Si bien los recursos forrajeros perennes constituyen un diferencial de la producción de carne, actualmente rinden la mitad de su potencial con una reducción similar de las raíces, que aportan la mayor parte del carbono que se incorpora al suelo. La nutrición, clave para lograr más carne/ha y más beneficios ambientales.
Mientras la ganadería mundial atraviesa crecientes desafíos por los perjuicios ambientales que ocasiona, la bibliografía internacional le da una gran oportunidad a la producción pastoril ya que estos sistemas bien manejados pueden secuestrar más carbono y mitigar los impactos negativos de los animales. La Ing. Agr. Alejandra Marino, investigadora de la Universidad de Mar del Plata-INTA Balcarce, analizó en el Simposio de Fertilidad 2023 si los sistemas extensivos del país -que producen el 50% de su biomasa potencial- realmente permiten sostener una producción de carne carbono neutro y qué hay que hacer para avanzar con ese objetivo.
“Según estudios de los Estados Unidos (2022), los suelos con pasturas perennes bajo pastoreo contienen más materia orgánica que aquéllos cubiertos con forrajeras anuales o cultivos de cosecha”, planteó Marino, detallando que esto va en línea con resultados de ensayos realizados en otros países ganaderos e inclusive en la región. Y agregó: “estos recursos, además de brindar alimento de calidad al ganado, secuestran carbono a diario durante años mejorando la salud edáfica, lo cual trae aparejado beneficios ambientales”.
En tal sentido, cuando las plantas capturan CO2 de la atmósfera y lo fijan en sus tejidos aéreos y radicales, luego se incorpora en el suelo como carbono. Esto ayuda a reducir las emisiones de ese gas de efecto invernadero, contribuyendo a mitigar el calentamiento global.
Esto significa una oportunidad para la Argentina ya que, a diferencia de otras ganaderías del mundo, la mayor parte de la producción de carne se basa en pasturas cultivadas y pastizales naturales, capaces de brindar servicios económicos y ecosistémicos. Sin embargo, hoy, muchos de sus beneficios no pueden ser aprovechados.
Del dicho al hecho
En este marco, la investigadora se refirió a las limitantes para desarrollar una ganadería de alta productividad, con rentabilidad y bajo impacto ambiental.
“A pesar de la disponibilidad de conocimientos y tecnologías, un manejo extensivo con recurrentes deficiencias nutricionales y desajustes en la utilización del pasto restringen el potencial del recurso”, afirmó.
¿Cuánto pasto se podría producir? “En lotes de mejor aptitud, sin limitantes hídricas ni nutricionales, pasturas bien manejadas pueden rendir 12 a 15 t MS/ha/año e incluso 20 t MS/ha/año si se incluye alfalfa. En los menos productivos se podría producir 6 a 8 t MS/ha/año, también de buena calidad”, señaló Marino, presentando un cuadro donde se comparan las producciones logrables y las que efectivamente se obtienen en los sistemas extensivos, utilizando diferentes mezclas de forrajeras perennes.
A pesar de este potencial, según mediciones realizadas en los establecimientos ganaderos pampeanos, la producción lograda suele ser de apenas la mitad, o sea, de entre 4 y 8 t MS/ha/año en pasturas y aún menos en pastizales naturales. ¿Las causas? “De acuerdo a modelos de simulación publicados localmente, las adversidades climáticas sólo explicarían un 20-30% de ese 50% de disminución, mientras el resto, es decir el 70 a 80% se debería a deficiencias de manejo y nutricionales, lo cual marca una oportunidad de mejora”, aseveró.
A esto se agrega otra cuestión fundamental para avanzar hacia una ganadería sustentable. “La biomasa radical de los recursos perennes es de magnitud semejante a la fracción aérea. O sea que, cuando éstos expresan su potencial, pueden generar 7 a 10 toneladas de raíces, elemento clave para contribuir a la neutralidad del sistema ya que aportan la mayor parte del carbono que se incorpora al suelo”, aseguró Marino.
El lado B de la fertilización
Así las cosas, la merma provocada por deficiencias nutricionales no sólo limita la producción de forraje, sino que afecta asimismo la fracción radical. “Por eso la fertilización eficiente de pasturas, basada en diagnósticos, que es reconocida por su aporte al rendimiento en kilos de pasto y en kilos de carne, también es estratégica para mitigar el impacto ambiental del ganado«, subrayó.
Para reforzar este concepto, la investigadora presentó la respuesta a la aplicación de fertilizantes en pasturas templadas, según distintos trabajos locales, considerando fósforo y nitrógeno, los nutrientes que con mayor frecuencia limitan el crecimiento de las pasturas.
¿Y la práctica es económicamente viable? “En un análisis reciente calculamos el beneficio adicional de aplicar nitrógeno en una pastura perenne templada (base festuca con trébol) utilizada para la producción de carne, a lo largo de la última década”, contó Marino, presentando un ejemplo que podría darse en la región pampeana.
En este computo se consideró que la respuesta a la fertilización es de 20 kg MS adicionales/kg N aplicado y se compararon dos eficiencias de conversión de pasto a carne, según el nivel de aprovechamiento del recurso por parte de los animales: baja (25 kg MS/kg carne) y alta (15 kg MS/kg carne).
¿Cómo se calculó? La respuesta a la fertilización (20 kg MS adicionales/kg N aplicado) se transformó en carne, a partir de la eficiencia de conversión baja (puntos amarillos) y alta (puntos verdes). “Entonces, si se valoriza el costo del kg de N y se estima el ingreso obtenido con ese fertilizante convertido en carne, se obtiene el beneficio adicional por cada unidad de fertilizante aplicado”, explicó.
Como resultado, una alta eficiencia en el uso del pasto (15 kg MS/kg carne) permitió aprovechar muy bien la fertilización nitrogenada, generando un beneficio adicional promedio para la última década de 0,89 USD/kg N aplicado. En cambio, con un escaso control de cosecha (25 kg MS/kg carne) se redujo sensiblemente el beneficio de producir más pasto. En este caso, en 2021 y sobre todo en 2022 con la suba internacional de los precios de los fertilizantes -a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania- el resultado fue negativo. Aun así, a lo largo de la década, provocó un beneficio adicional promedio de 0,14 USD/kg N.
En síntesis, como muestra la gráfica, a pesar de los marcados cambios interanuales de las relaciones de precios insumo/producto, una eficiente cosecha del pasto permitió obtener un beneficio adicional por la fertilización. Sin embargo, cuando el aprovechamiento fue ineficiente, en la mayoría de los años el beneficio económico de aplicar esa tecnología fue bajo y en algunos casos nulo o negativo.
Para finalizar, Marino destacó el rol de la nutrición de las pasturas ante los cuestionamientos globales a la ganadería. “Ya no solo es una oportunidad para desarrollar la actividad en forma rentable, sino también un camino probado hacia la producción de carne carbono neutro”, concluyó.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
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