“Gran parte de los costos de tecnología son carga impositiva”, y en otros países “vale la mitad”, dijo Richard Long, productor familiar en Colonia, por lo que hay camino para recorrer en ese sentido, observó en un mensaje a los gobernantes.

Richard Long explota un tambo con su familia en Tarariras, departamento de Colonia. Comenzó desde muy joven, a los 18 años, y mantiene el mismo entusiasmo de siempre, pero no desconoce las dificultades que presenta el sector.

Entrevistado por la revista oficial de la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL) expuso parte de los proyectos en que trabaja para mejorar el funcionamiento y el rendimiento de la empresa, y mencionó algunas de las dificultades del rubro.

Por ejemplo, dijo que es muy difícil comenzar de cero, por lo que emprendedores jóvenes pocas veces toman ese camino, aunque hay algunos que lo recorren, no sin dificultades; también llamó a los productores de más edad a no transmitir mensajes negativos porque eso aleja a la juventud; y a las autoridades les planteó la necesidad de contar con financiamiento para poder acceder a las tecnologías disponibles.

Sobre ese último punto dijo que hay mucha tecnología disponible que permite que el tambo sea menos sacrificado, sin embargo, “el problema es que para poder acceder a ella se precisa financiamiento y plazos largos, ya que lleva tiempo estabilizarse para luego tener cierto volumen de ingreso constante”. En Uruguay esas tecnologías son muy caras en comparación con lo que sucede en otros países donde “valen la mitad”. Y “gran parte de los costos son la carga impositiva”, por lo que hay camino para recorrer en ese sentido, observó en un mensaje -sin mencionarlos- a los gobernantes.

La siguiente es la entrevista completa publicada por la revista de la ANPL (con algunas modificaciones para Todo El Campo), que se puede encontrar en la web de la institución junto a otros artículo e informaciones del sector lechero nacional – Lechería | Anpl | Montevideo. Fotos de la revista oficial de la ANPL.

“EL TAMBO ES MUY DIFÍCIL, LO QUE NO DUDO ES QUE HACIÉNDOLO BIEN TE GENERA SATISFACCIONES INCOMPARABLES CON OTRO RUBRO”.

Tarariras, Colonia | ANPL | Richard Long comenzó muy joven a trabajar formalmente en el tambo, contando con apenas 18 años, con su propio Dicose. Con el correr de los años fue creciendo en cantidad de animales y hoy maneja el establecimiento de sus padres.

“El tambo es chico para hacer muchas maniobras o divisiones, por lo que trabajamos en conjunto”, explicó.

Hoy está a cargo del establecimiento, aunque asegura que las decisiones se toman en conjunto. Si bien su padre está jubilado y su madre está próxima a hacerlo, no dejan de desarrollar tareas en el campo. Long recordó que sus padres debieron ocuparse de sus abuelos, razón por la cual tuvieron que desatender las tareas del tambo y fue así que él comenzó a encargarse. “La idea es que siga yo como responsable, pero siempre haciéndolo en familia”, por lo que no maneja la posibilidad de independizarse.

Richard Long | ANPL.

Actualmente cuentan con unas 60 a 70 vacas en ordeñe, con producciones que rondan entre 15 y 18 litros de leche por animal. Reconoce que están en un momento de baja producción por problemas reproductivos que los afectaron en los últimos dos años. “La seca nos ha golpeado mucho y a su vez tuvimos un foco de leptospirosis, lo que nos provocó varios abortos”, contó, y asegura que el objetivo es llegar a las 80 o 90 vacas en producción. De hecho su proyecto para recibirse fue sobre la posibilidad de implementar un sistema de cama caliente donde alcanzarían las 120 vacas estabuladas.

Por otro lado explicó que el establecimiento está ubicado sobre tierras muy arcillosas que se compacta rápidamente. “Tenemos problemas de enmalezamiento con senecio por lo que estamos trabajando para poder implantar las praderas. Estamos en ese proceso de reorganizar el suelo y el ganado”. Si bien el objetivo es a largo plazo poder implementar el sistema de cama caliente, aseguró que existen varios escalones previos y problemas que solucionar. “Por un tema de área y de distancia de los campos, sería una buena herramienta para implementar”.

También apuesta a conseguir personal, porque lleva tiempo tener los campos lejos. La posibilidad de contar con más área cerca del tambo no es viable ya que está rodeado de productores grandes que manejan entre 300 has y 1.000 has. “Estoy en una baldosa. La tierra, si bien es de alta producción, todavía no la estamos aprovechando lo suficiente. Tenemos que generar cultivos como praderas anuales y silos, para así tener en un futuro un sistema de cama caliente”, reconoció.

Hoy los números de la empresa les permiten tener un margen que “ilusiona, pero siempre debemos estar alerta. Veníamos de tener margen cero, por lo cual tener algo de margen siempre es muy bueno, pero hay que decir que todo cuesta más, por lo que no nos podemos confiar”.

Sobre por qué decidió continuar en la lechería, Long se describió como una persona que se aburre fácilmente. “El tambo te permite hacer muchas cosas combinando varios rubros en uno porque está el manejo veterinario, el del forraje, etc.”. A su vez, destacó que tuvo la suerte de poder estudiar en Montevideo donde se recibió de licenciado en Gestión Agropecuaria, pero esa experiencia le permitió ver que la vida en la ciudad no era para él.

“Tengo el tambo de mi familia y es un rubro que conozco porque he vivido siempre con él y con él voy a continuar”, aseveró.

AUNQUE HAY CASOS, EN EL TAMBO ES CASI IMPOSIBLE COMENZAR DE CERO.

Sobre las posibilidades que tienen otros jóvenes de iniciarse en la actividad, sostuvo para quien no está en el rubro “es casi imposible porque empezar de cero es muy caro”.

Si bien señaló que existen ejemplos de jóvenes que han adquirido campos del Instituto Nacional de Colonización, no es la realidad de la mayoría. “Los jóvenes que continúan en la actividad, generalmente es porque se criaron en el tambo y sus padres o sus familias los ayudan a empezar”. De todas formas señaló que se requiere de mucho esfuerzo, apoyo y “sobre todo espíritu, ya que es un proceso largo que lleva de tres a cuatro años para poder ver los resultados”.

Analizando porqué a los jóvenes les cuesta seguir en la lechería, asegura que muchas veces la propia familia, sin darse cuenta, va generando la sensación de que el tambo es horrible. “Si toda la vida escuchamos a nuestros padres quejarse del tambo, es claro que es difícil que los jóvenes sigan en la actividad, por lo tanto, el primer cambio debería venir desde la propia casa”.

Está claro que el tambo es difícil, lo que no dudo es que haciéndolo bien las satisfacciones que te da es muy difícil que otro rubro pueda dártelas dijo Long.

FALTA FINANCIAMIENTO PARA INVERTIR EN LA TECNOLOGÍA DISPONIBLE.

Por otro lado sostuvo que hoy en día, en el mundo hay disponible mucha tecnología que permite que el tambo sea menos sacrificado. “El problema es que para poder acceder a ella se precisa financiamiento y plazos largos, ya que lleva tiempo estabilizarse para luego tener cierto volumen de ingreso constante”.

Para Long, esas tecnologías siguen siendo muy caras en el país comparándolas con lo que sucede en otros países del mundo donde “valen la mitad”.

Gran parte de los costos son la carga impositiva”, por lo que hay camino para recorrer en ese sentido.

EL APOYO DE LA ANPL Y CONAPROLE.

Long entiende que las gremiales trabajan mucho para brindar mejores oportunidades a los productores, pero asegura que muchas veces “terminan chocando con una pared. Como jóvenes hemos planteado cosas a la directiva de ANPL pero vemos que no pueden avanzar, estimo que muchas veces por temas burocráticos o políticos”.

Por último destacó el apoyo que siempre han recibido por parte de Conaprole. “Hemos tenido etapas con números en rojo y nos han apoyado mucho, por lo cual estamos muy conformes de remitir a la cooperativa”.

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