“Los protocolos tienen que salir muy bien medidos de acá, es casi una certificación y todos en la cadena somos responsables”

El presidente de la Sociedad Rural de Durazno, Ing. Agr. Ignacio Russi, consideró que el protocolo “es una buena noticia” porque hasta ahora en Uruguay el sorgo “básicamente se usa como alimento animal, tanto seco como húmedo”, pero hay países que importan y le dan otros usos como bebidas o harinas. Además, China es el principal importador de sorgo en el mundo con compras por US$ 3.000 millones en 2021.

El camino para lograr la habilitación tiene 4 años, comenzó en 2018 para la exportación de sorgo con destino consumo animal, pero en 2021 se amplió para consumo humano acordando con China la lista de plagas cuarentenarias.

“Para el productor lo mejor es tener una opción más de negocio, plantar un grano que no va a terminar en el mercado local”, o sea que “es algo bueno porque empieza a conocer de antemano las condiciones” y ahora el sorgo podrá “competir con los cultivos de verano como la soja, el maíz y el girasol”, opinó Russi al ser consultado por La Mañana sobre el tema.

“Cuantos más negocios tenga el productor arriba de la mesa para poder elegir mejor, porque va a haber productores que ya vienen cuidando el suelo y necesitan hacer un maíz o una soja, y otros productores que necesitan cuidar el suelo y el sorgo va a ser una alternativa posible” ya que agronómica y productivamente también tiene ventajas permitiendo rotaciones, ayudando a conservar el suelo.

Respecto a los costos, dijo que básicamente son como el maíz pero se abarata con la semilla. La diferencia se da en el manejo porque “el maíz tiene tecnologías que el sorgo no, tanto de herbicidas o estratégicas contra insectos”.

Cuando hablamos de protocolos se trata de la calidad del grano y como debe llegar a los puertos chinos. Si al llegar a destino no tiene las condiciones el comprador no tienen por qué pagar”, pero el exportador es “el responsable de regresar ese barco” con un producto que no cumple lo estipulado”. Concluyó señalando que el protocolo “es como una marca país”, por tanto “los protocolos tienen que salir muy bien medidos de acá, es casi una certificación y todos en la cadena somos responsables desde la primera línea de producción hasta cuando llega al barco”. (En base a artículo de La Mañana).

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