24 conejos fueron introducidos hace 160 años. Aquel animalito que parecía tan simpático e inocente hoy causa pérdidas anuales por 200 millones de dólares australianos en plantas nativas y cultivos.

La introducción de especies exóticas -animales o vegetales- ha sido una práctica habitual del ser humano en todas partes del mundo y a lo largo de la historia. Muchas veces resultó bien, pero no siembre ha sido positivo y cuando no lo es los estragos se han convertido en un flagelo.

Es lo que está sucediendo ahora, por ejemplo, con los conejos en Australia. Un animal que suele generar simpatía, asociado con la inocencia e incapacidad de hacer daño, pero que causa pérdidas millonarias en las producciones agrícolas, y todo comenzó con el insignificante número de 24 ejemplares introducidos hace poco más de 160 años.

Según un artículo de la revista Science recientemente publicado, en la de Navidad de 1859 llego Melbourne (Australia) proveniente de Inglaterra, un cargamento de 24 conejos. La llegada de aquellos animales se explica por un obsequio que recibió Thomas Austin, un rico colono inglés.

Aunque los de Austin no fueron los únicos conejos que llegaron al país, ni los primeros porque en 1788 arribaron a Sídney algunos ejemplares, fueron sí los suyos “los que llegaron a dominar el continente, según un nuevo estudio”. El resultado es que uno “200 millones de conejos ahora están causando estragos en los cultivos y las plantas nativas” con una pérdida anual estimada en 200 millones de dólares australianos. Casi todos esos conejos “se remontan al fatídico envío que Austin recibió en 1859”.

El genetista Francis Jiggins, de la Universidad de Cambridge, y otros colegas suyos, se propusieron investigar el inicio de la plaga para lo cual analizaron la genética de 187 especímenes de conejos recolectados en toda Australia. “También probaron poblaciones de fuentes potenciales en Inglaterra y Francia y un puñado de conejos de Tasmania y Nueva Zelanda, lugares que experimentaron sus propias invasiones devastadoras de conejos”.

El equipo investigador informó que “la mayoría de los conejos de Australia, aparte de dos contingentes localizados alrededor de Sydney, compartían una ascendencia común”, y “el epicentro de la invasión estaba cerca del sitio de la finca de Austin” en Victoria.

“A medida que los conejos se extendieron más lejos del sitio, la población se volvió menos diversa genéticamente, lo que resultó en una horda homogénea. Además, los investigadores identificaron varias similitudes genéticas entre conejos australianos y conejos en el suroeste de Inglaterra, donde la familia de Austin recolectó el primer lote de conejos para enviarlos a Australia. Los investigadores concluyen que el flagelo continuo de los conejos en Australia comenzó cuando Austin dejó que el envío inicial de 24 conejos se soltara en su finca”, dice el artículo de Science cuyo autor es el periodista y fotógrafo científico Jack Tamisiea (*).

¿Qué hizo que los conejos de Austin se convirtieran en plagas mientras otros llegados con anterioridad no? “La genética dio pistas de por qué esta población estaba preparada para la invasión. Los relatos de conejos australianos anteriores mencionan orejas flojas y pelaje de colores elegantes, dos rasgos comunes en los conejos domesticados, lo que sugiere que pueden haber sido demasiado mansos para adaptarse al paisaje salvaje de Australia. Pero los conejos australianos descendientes de la cría de Austin tenían una gran cantidad de ascendencia salvaje, reveló el análisis genético”, escribió Tamisiea.

Joel Alves, genetista evolutivo de la Universidad de Oxford y coautor del estudio, explicó que cuando los conejos de Austin llegaron a Australia se encontraron con un “entorno más indulgente” que sus predecesores ya que los ganaderos se encargaron -con el fin de proteger sus ganados- de combatir a los depredadores naturales que hubieran tenido.

“Fue como una tormenta perfecta”, dijo Alves: conejos «más salvajes” en un terreno menos hostil; y en solo 50 años, los animales colonizaron un área 13 veces superior a la de su distribución europea nativa, una tasa más rápida que cualquier otro mamífero introducido, incluidos cerdos y gatos. Y siguen reproduciéndose.

Sin embargo, no todos los científicos culpan solo a Austin. David Peacock, ecologista de la Universidad de Adelaida, dice que otros conejos fueron liberados en el continente casi al mismo tiempo que los de Austin. En 2018, Peacock fue coautor de un estudio que postula que la invasión de conejos fue provocada por múltiples introducciones de conejos.

EL “VIRUS DESCUBIERTO EN URUGUAY”.

El sitio web español El Nacional Cat (de Cataluña) informó que el Gobierno australiano ha recurrido a varias estrategias para controlar la población de conejos, pero hasta ahora no logró hacerlo.

Lo primero fue introducir el zorro rojo por ser un depredador natural de conejos, pero este astuto animal encontró que era más fácil cazar y alimentarse de koalas.

Otra solución fracasada fue, en los años 1900, levantaron una valla de unos 1.700 km en la zona occidental australiana, sin resultados.

En 1920 las autoridades recurrieron a “un arma biológica” para lo cual “recurrieron a un virus descubierto en Uruguay”, una enfermedad infecciosa que les causa la muerte a los conejos que funcionó al principio, hasta que “desarrollaron inmunidad al virus, por lo que su población tuvo un repunte”.

En el año 1995 recurrieron a otro virus hemorrágico, “el cual fue capaz de diezmar al 60% de la población de conejos, pero estos no fueron controlados del todo”.

“Ya en el 2017 comenzaron a utilizar una nueva cepa de este patógeno para controlarlos, pero se ha sabido que estos esfuerzos no dan los resultados esperados para el control de esta plaga”, finaliza.

Imagen de Pixabay.

(*) Página web de Jack Tamisiea: Inicio | Jack Tamisiea | Escritor y explorador científico independiente

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