Los alimentos que comemos no son naturales. Como los conocemos hoy cambia la apariencia, pero lo más importante es que mejoran la calidad de lo que consumimos.

Argentina | Si alguien verdaderamente quiere consumir alimentos tal como la naturaleza nos los ofrece debe saber que difícilmente logre sobrevivir ya que nada de lo que encontramos en las verdulerías o supermercados es totalmente natural. Afirmar lo contrario es ignorar años de evolución gracias a la actividad agrícola.

El sitio web Infoalimentos publicó imágenes de cuatro productos conocidos por todos, algunos de consumo casi diario, de presencia frecuente en comercios y en nuestras mesas. Si los viéramos en su estado natural no sabríamos de qué se trata y seguramente no los compraríamos.

Pero no es sólo un tema de apariencias, lo más importante es que también es un asunto calidad.

EN LA NATURALEZA, EN TU MESA: ¿CÓMO ERAN ANTES LAS FRUTAS Y VERDURAS?

¿Sabías que las frutas que comemos hoy no existían como tales en la naturaleza? Todas las frutas y verduras que están en nuestra mesa actualmente son resultado de procesos de mejoramiento. Hace miles de años, el ser humano -a través de la agricultura y hoy también a través de la ciencia y la tecnología- ha buscado mejorar los alimentos perfeccionando su forma, sabor, duración y valores nutricionales, entre otras características.

Basta con investigar cuáles son los ancestros de todas las verduras, cereales y frutas que comemos para ver cómo han cambiado hasta llegar a ser como las conocemos hoy. Te mostramos a continuación algunos ejemplos.

Hoy disponemos de maní con mejor calidad gracias al mejoramiento genético. Tenemos, por ejemplo, maní resistente a la enfermedad del carbón (que afecta la producción y calidad del grano) y maní alto oleico. ¿De qué se trata este último? Muchos años de cruzamientos, ensayos y evaluación minuciosa de cada grano, hicieron posible que un fitomejorador argentino llamado Juan Soave y su equipo, obtuvieran el primer cultivar (variedad) de maní con bajo contenido de ácido linolénico (3-7%), lo cual hace subir la proporción del ácido oleico, un ácido graso fundamental para que el maní no se ponga rancio. Así, luego de más de 10 años de trabajo, lograron el cultivar al que bautizaron con el nombre “Granoleico” con 75-80% de ácido oleico en su composición. Logros del mejoramiento genético para mejorar la vida útil y conservación de esta leguminosa tan saludable.

La banana silvestre era pequeña, con poca pulpa y muchas semillas duras. Además, había que cocinarla para poder comerla. Su evolución hacia la banana comestible involucró el cruzamiento de dos especies diferentes -Musa acuminata (genoma A) y Musa balbisiana (genoma B)- (técnicamente llamado: hibridación interespecífica), que resultó en la banana sin semilla, seguida por una intensa selección y multiplicación de las plantas que presentaban características valiosas de interés agronómico.

¿Viste cuán cambiado está el tomate? El tomate ancestral no sólo era muy pequeño sino que no era comestible, ¡era tóxico! Fue gracias al mejoramiento genético que se hizo comestible y se logró la gran diversidad de tamaños, formas y colores que conocemos hoy. El tomate está rodeado de muchos mitos, como que es transgénico o que ya no tiene sabor, pero esa es otra historia (cargada de falsedades).

La zanahoria ancestral tenía una raíz delgada, pálida, opaca y de sabor amargo. Gracias al mejoramiento genético las variedades de zanahoria actuales son de diferentes colores (moradas, naranjas, blancas) y tienen mejor forma y sabor. Y además, algo muy beneficioso, las zanahorias actuales tienen 50% más carotenos que las naturales. Los carotenoides son precursores de la vitamina A, aportan beneficios para la visión y la piel, tienen capacidad antioxidante y previenen enfermedades cardiovasculares.

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