La afirmación corresponde al director ejecutivo de Rosgan, Raúl Milano, al analizar la ganadería desde el contexto argentino y fundamentalmente internacional.
Raúl Milano | Rosgan | Santa Fe, Argentina | La cadena de ganados y carnes sobrevive con la tensión de un momento complejo internacional y una realidad local que agrega obstáculos a todos los sectores. Imaginar la producción de ciclos largos en un país que tiene una tasa de inflación anual cuanto menos del 60% es una quimera, no existe prestidigitador que pueda acertar con lo que va a pasar. Solamente existe la vocación de un sector que quiere tanto a su producto, sus vacas, y se siente orgulloso de su resultado final, la carne, por lo cual desarrolla su actividad más allá de los avatares a lo largo de la historia.
Producir en un mercado de competencia perfecta, como es la ganadería, es estar mentalmente preparado para trabajar, tener la seguridad de ofrecer un producto resultado de su esfuerzo y que el mercado le asigne su precio. Es por esto que esta cadena se siente molesta cuando aparecen las intervenciones, no las quieren, nunca las pidieron vía subsidios, se sienten dueños de su futuro enfrentando todas las inclemencias climáticas.
El mundo asiste a una guerra inentendible en pleno siglo XXI la cual está afectando a todo el planeta, aumentos de precios de las materias primas, crisis energéticas posiblemente estructurales, inseguridad institucional en las naciones.
Por si esto fuera poco el Covid está haciendo fuerte presencia en China poniendo en marcha lo que ellos denominan Covid Cero, cuarentena estricta sin movilidad de decenas de millones de ciudadanos. Esto afecta el circuito productivo y comercial internacional, basta ver imágenes satelitales de infinidad de barcos cargados con contenedores sin poder desembarcar en Shanghái.
En esta doble realidad que muestra un mundo complejo con caída de demanda coyuntural y baja de precios en los productos exportables por el efecto China; y el incremento estructural de los costos energéticos en Europa que más que duplican los de USA y dará pérdida de competitividad en sus producciones y una leve restricción en su demanda de cortes de calidad de carnes.
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