El siguiente es nuevo Monitor de Coyuntura Económica del la Universidad Católica del Uruguay que escribe el Ec. Javier de Haedo.

Javier de Haedo | Con la difusión de la balanza de pagos del año pasado se conocieron las estimaciones para el turismo receptivo y emisivo que, previsiblemente, resultaron las menores en décadas. Las exportaciones reflejadas en el rubro “viajes” de la cuenta corriente de dicha balanza, alcanzaron a US$ 524 millones, mientras que las importaciones ascendieron a US$ 207 millones.

En el último año calendario “normal” previo a la irrupción de la pandemia, es decir 2019, el turismo receptivo había dado lugar a ingresos por US$ 2.249 millones, mientras que el turismo emisivo había producido egresos por US$ 1.210 millones. El año 2020 quedó a mitad de camino entre la normalidad de 2019 y la excepcionalidad de 2021 dado que casi todo el primer trimestre del año, que es cuando se juega más de la mitad del ingreso anual por turismo, había sido normal.

De todos modos, 2019 no había sido un gran año en materia de turismo en la medida en que entonces se sentía el impacto de una Argentina en crisis y muy barata en términos de dólares, tal como sucede en la actualidad. Aquella coyuntura argentina había dado lugar a un descenso en nuestro turismo receptivo y a un aumento en el emisivo, con el consiguiente deterioro de la balanza de turismo y compras reflejada en el referido rubro “viajes”.

En la gráfica que se presenta al pie de esta página se observa la evolución en términos del PIB, de los números correspondientes a ambos lados del balance y a su saldo, desde el año 1993.

Del mismo modo, este 2022 que se presenta con la pandemia muy menguada en sus efectos, y por lo tanto con el turismo en proceso de reactivación, también tiene a la Argentina (que es nuestra principal contraparte en materia de turismo en los dos sentidos) muy barata relativamente a nuestro país. Y, a diferencia de lo que ocurría en 2019, con una considerable brecha entre el dólar oficial y el blue que, si bien se ha acortado, se ubica en torno a 70%.

Más allá de los datos de turismo, particularmente interesantes en 2021 por la coyuntura vivida, la balanza de pagos nos informa que en el año pasado la cuenta corriente registró un deterioro importante pasando de un déficit de 0,8% del PIB en 2020, a uno de 1,8% del PIB. Este número no es malo per sé y mucho menos lo es si se tiene en cuenta que al mismo tiempo la inversión extranjera directa (IED) alcanzó a 2,3% del PIB, subiendo medio punto versus 2020.

De este modo, el saldo del financiamiento externo, definido como la suma del saldo de la cuenta corriente más la IED se mantuvo en cifras positivas (0,4% del PIB), lo que constituye una indudable fortaleza de nuestra economía.

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