“Todas las tecnologías son herramientas que en manos del productor se pueden potencializar; y él debe aprender a manejarlas y creo que aprender es el cuello de botella”.

Horacio Jaume | Mucho se habla y escribe sobre la nueva ruralidad; que no es otra cosa que el perfil del nuevo productor rural. Muchos ven ese futuro a través de la robótica y a través de ella el desarrollo.

Yo personalmente creo en el hombre como piedra angular de cualquier cosa que se pretenda hacer. Creo en ese productor que conoce cada vez más, a través de la tecnología, el lugar en que vive y trabaja.

Todas las tecnologías son herramientas que en manos del productor se pueden potencializar; y él debe aprender a manejarlas y creo que aprender es el cuello de botella.

El productor pone en práctica la tecnología de hoy, mientras que el investigador mira el mañana.

Los ecógrafos, los análisis de suelos, todas son herramientas que se deben llevar adelante y poner en marcha. Eso se puede apreciar en la agricultura, en la cabaña, en la quesería artesanal o en el engorde a corral, en el tambo que puede ser un megatambo o un tambo chico, y también en haras de caballos.

Pero hay algo que a mi modo de ver es el hilo conductor de la profesión y el agro: es que el campo tiene que tener alma, que vibre, que empuje. No es algo frío y silencioso, es pasión y esfuerzo.

El desafío es hacer productores y en ese punto no hemos sabido cómo.

No es un investigador, el productor es el que se queda cuando todos se van, es el que debe resolver y hacer, y es el que vive a diario su realidad. Tiene que saber regar, curar un cultivo, emparejar una tropa, o dar una toma. No es otra cosa que el trabajo diario de cualquier establecimiento. ¿Dónde se forman esos productores?

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