En tiempos de debate sobre el presupuesto nacional, mientras todos tiran de la frazada corta, que no se nos olvide prestar atención a la inversión, sin la cual no habrá frazada para nadie.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | Hace unos meses el economista argentino Diego Dequino dijo una verdad gigantesca que vale para todos los países del mundo sin importar el tipo ni la orientación del gobierno de turno: “El crecimiento de la economía sigue siendo la única indemnidad que tiene la política para resistir la coyuntura”.
Las manifestaciones de Dequino son oportunas luego de leer el informe anual de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU) sobre la Encuesta Anual de Inversión Industrial.
El problema es que en Uruguay, según dicho informe, los empresarios se muestran reticentes a invertir, y sin inversión no hay empresa, emprendimiento ni país capaz de crecer.
En síntesis, el documento expresa que los empresarios estiman que en 2026 invertirán, en dólares corrientes, un 43% menos que lo planificado en 2025.
Por sector de trabajo, ese 43% menos se entiende por una menor inversión (-40%) en el rubro de maquinaria y equipos, que es el área que tiene más alta participación (un 72%) en la inversión industrial.
¿Cuáles son los “obstáculos para la inversión”? Hay factores estructurales -por ejemplo la demanda interna-, y otros se vinculan al tipo de gobierno que tiene el país, -como lo que tiene que ver con las relaciones laborales-.
Los principales obstáculos mencionados por los empresarios son las “restricciones de demanda interna” y “la baja rentabilidad de proyectos de inversión”; mencionado sen un 61% y 54%, respectivamente.
La restricción de la demanda externa lo mencionó el 43%, y la incertidumbre por cambios en las relaciones laborales el 38%. Éste último ítem aumentó a niveles del período 2014-2019.
El 33% atribuyó la menor inversión a la situación financiera de la empresa, y un 30% a la incertidumbre de la política económica del actual gobierno.
Acaba de ingresar al Parlamento para su estudio y votación el presupuesto para los próximos años, el cual marca la ruta por la que el gobierno conducirá al país, y aunque recién se está conociendo el contenido y los lineamientos que lo rigen, sería buena señal atender al informe de la CIU para dar solución a las alertas que afectan a las empresas privadas, considerando que ellas y solo ellas son las generadoras de riqueza -que luego se traslada en beneficios para toda la sociedad-, y puestos de trabajo genuinos que empujan todo el engranaje económico y social del país.
Asimismo, el país también necesita señales claras no solo desde lo económico, también lo político, aspecto que ha sido menoscabado en los últimos meses, en conflictos como el de la pesca y Conaprole. Sobre esto solo un apunte: se hace muy difícil invertir cuando los sindicatos son capaces de generar pérdidas millonarias mientras los ministerios responsables en la materia no saben qué hacer.
Compartir
Comparte este contenido en tus redes sociales!