Esgrimiendo sospecha de fraude, China rechazó soja argentina. El país asiático dice que el origen de la oleaginosa es Estados Unidos; no han surgido pruebas que indiquen la participación del Gobierno.
Montevideo | Todo El Campo | La guerra comercial tiene muchas más aristas que la de los aranceles que un país impone a otro, intervienen otros aspectos comerciales más complejos como el que llevó a China a suspender la compra de 300.000 toneladas de soja argentina, que no sería de ese país, sino estadounidense, según los resultados de laboratorio.
Para China, el caso representa un verdadero intento de fraude corroborado luego realizar los análisis de laboratorio sobre pesticidas, isótopos y ADN del suelo, todo lo que llevó a concluir que la soja no provenía del sur sino del norte.
Analistas dicen que de ser como diche China, la maniobra se encuadra dentro de la guerra comercial que afecta al mundo entero.
Portales de todo el mundo han informado que no hay pruebas de que haya participado el Gobierno argentino en la maniobra, lo que baja un poco el nivel del conflicto, pero no deja de coloca a Argentina en una posición difícil, le resta valoración y pierde prestigio como país proveedor de alimentos, un duro golpe para un país productor y exportador de alimentos al mundo.
LOS TRES ENEMIGOS DE LA SOJA ARGENTINA.
El 17 de julio, Bichos de Campo, medio especializado en agro, publicó que la soja argentina está siendo “atacada de manera simultánea por tres enemigos”, pero no menciona las maniobras fraudulentas que observo China.
En primer lugar, como “primer enemigo”, coloca a la Unión Europea por categorizar a Argentina, junto a Brasil y Paraguay, como país de riesgo estándar o medio en el listado de naciones proveedoras de productos comprendidos en el reglamento 1115. No es el caso de EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Uruguay, entre otras naciones, que fueron clasificadas como de riesgo bajo. Esa clasificación expone a Argentina a mayores controles y a un menor valor del producto.
El segundo, la competencia comercial en el sudeste asiático que se intensifica como nunca antes, como consecuencia de la guerra comercial estadounidense que está causando perjuicios la posición exportadora argentina. La política exterior del presidente Donald Trump afecta directamente al 59% de los destinos actuales de harina de soja argentina, cifra que podría escalar hasta el 84% si se concretan nuevos tratados de EE.UU. con países compradores de harina de soja.
El tercer enemigo está en el frente interno y es el Estado argentino que asfixia a la cadena sojera con el impuesto a la exportación del 33,0% al poroto, algo que no sucede en ninguno de los países competidores de la Argentina.
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