La ganadería cambió. Es importante determinar qué cambios son circunstanciales y cuáles son permanentes para actuar en consecuencia y de forma correcta.

Horacio Jaume | Montevideo | Todo El Campo | Las cosas pueden ser circunstanciales o permanentes.

Circunstanciales, cuando producto de un momento uno actúa de determinada manera, aunque sabe de antemano que no va a durar, pero el momento exige actuar de esa forma.

Los ejemplos sobran. Uno de los casos, por ejemplo, es la diferencia de cambio con Argentina; o cuando se creó la hotelería para terneros para sortear la seca. Y podríamos seguir.

Lo permanente en cambio es aquello que viene para quedarse y que uno debe aprender a manejarlo e incorporarlo a su vida.

Por ejemplo, Uruguay hoy es un país agrícola, ganadero y forestal. No es una pregunta, me guste o no me guste es la realidad y debemos aprender a manejar los ganados dentro de los montes, saber cuáles son las categorías más apropiadas, como también conocer qué es el bocopa.

En definitiva, adaptarnos a una nueva realidad.

La ganadería nacional ha aumentado la extracción y ha bajado la edad de faena.

La capacidad de matanza de la industria es de 60.000 cabezas semanales, para mantener este ritmo de trabajo, la cosecha de terneros anuales debe rondar los 3 millones sobre 4 millones de vacas entoradas.

Para lograr esos objetivos, los porcentajes de preñez deben estar entre el 80% y 90%, y sacar los ganados terminados a faena a los 3 años.

Frente a esta realidad la incidencia de los corrales se vuelve fundamental.

Parecería que esta situación es ineludible. El tiempo dirá.

Foto interior: Susilvo. Foto de portada: Actualidad Agropecuaria.

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