Las lluvias registradas “son alivios que no resuelven el problema, no hay tiempo suficiente de recuperación ni de los cultivos, ni de las pasturas”.,

Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | El jueves se confirmó que el Gobierno va a extender, desde el 24 de abril y por 150 días (5 meses), la declaración de emergencia agropecuaria en todo el territorio para las rubros ganadería, lechería, horticultura, fruticultura, agricultura, apicultura, avicultura y forestación. El ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Fernando Mattos, dijo que con la medida se busca “mantener todas las estructuras productivas de pie”.

El dato -la extensión de la emergencia agropecuaria para todo el país hasta setiembre próximo- importa a todo el sector agropecuario, especialmente a los rubros mencionados, por eso fue el Ministerio del agro el que lo comunicó, sin embargo, es un tema que afecta al país y que debería interesar a todos.

No obstante, durante mucho tiempo, el déficit hídrico y la sequía solo fueron tratados en profundidad por los medios, secciones o programas especializados en rurales, y apenas marginalmente por el resto de los medios de comunicación, lo que hizo que buena parte de la población no tomara conciencia del tamaño del desastre.

Por supuesto que todos sabíamos que no llovía desde hace meses y que eso no es bueno para nadie. Pero una cosa es saber que tenemos un problema y otra es calibrar su gravedad.

En la capital, donde muchos creen vivir en un país que no necesita del agro, durante diciembre fue frecuente escuchar comentarios de personas que ante alguna nube gris en el horizonte miraban el cielo esperando que no lloviera para no ver arruinadas sus despedidas de fin de año; lo mismo pasó en enero y febrero, cuando descansar e ir a la playa se convierte en una prioridad; o en marzo durante el Carnaval: “Que hoy no llueva porque se suspende la etapa”, decían. Era la diversión desplazando en importancia todo lo demás.

Pero hubo un punto de quiebre: los principales informativos de televisión comenzaron a mostrar imágenes o hacer informes debajo de los puentes sin agua, allí donde siempre hubo un acaudalado río, ahora se podía cruzar a pie y sin mojarse. A eso se sumó la escasez en las reservas para consumo humano. Recién entonces muchos se espabilaron y asumieron conscientemente que estábamos en un problema de magnitud, que la sequía no solo jorobaba a la gente del campo, también al de la ciudad.

Para entonces hacía tiempo que los cultivos se habían perdido, las aguadas secado y el ganado continuaba muriendo de sed y hambre. Y en ese escenario, el productor tratando de sacar lo mejor de la naturaleza, aunque ésta se lo negara.

Luego de mucho tiempo las lluvias finalmente llegaron y trajeron un alivio generalizado. Es verdad que los cultivos perdidos no se recuperaron, que la ganadería corre contra el tiempo para recuperar kilos y estado antes que llegue el invierno, y obviamente los animales que murieron son irrecuperables. Pero en su natural optimismo el productor cambió su semblante y sabe -confía- en que debe mirar para adelante pensando en lo que se viene.

Pero cuidado, porque la sequía aún no terminó. El propio Mattos lo dijo: A pesar de las lluvias del mes de marzo que causaron alivio en buena parte del país se espera un abril deficitario en cuanto a precipitaciones. “Son alivios que no resuelven el problema, no hay tiempo suficiente de recuperación ni de los cultivos, ni de las pasturas”, sostuvo.

En ese sentido, el 17 de abril, el presidente del Instituto Nacional de la Leche (Inale), Juan D Vago comentó en su cuenta de Twitter: “Poca lluvia por Colonia, 5mm o menos. Se precisaría un 40 o 50mm antes de entrar al invierno”.

Foto: Twitter productor.familiar @enryyarzon1

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