El Prado, los discursos, la pesca y Conaprole.

Horacio Jaume | Montevideo | Todo El Campo | Pasó el Prado y como siempre dejó cosas, algunas más destacadas que otras, pero todas importantes.

El buen clima permitió una presencia masiva de público, confirmando aquello de que ir al Prado es una tradición; también permitió confirmar que es la fiesta de la cabaña nacional, ya que se puede comprobar la genética de los animales que allí se exponen; y confirmar que la producción ovina está orientada a la carne y la lana fina. Si bien son cosas importantes, era bastante previsible que sucedieran.

Durante los días que duró la exposición, fue visitada en más de una oportunidad por el presidente Yamandú Orsi, como por sus ministros. En los reportajes que se recogieron de esas visitas, siempre destacó el buen clima en el diálogo sin dejar de reconocer las diferencias en algunos temas, pero siempre destacando el abordaje que se hacía de los mismos.

Por eso, a la hora de los discursos finales, donde se contrastó uno muy prolijo y ordenado, como el de Rafael Ferber, que no escatimó críticas como tampoco sugerencias, y frente a éste, el discurso del ministro Alfredo Fratti, más entreverado, donde la emoción lo embargó en algunos momentos, los anuncios como la integración al gobierno del Ing. Tabaré Aguerre para el tema riego, o la lucha contra la garrapata y otros compromisos, haciendo un discurso bastante entreverado y difícil de seguir.

Durante ambos discursos hubo aplausos, pero hubo uno que se destacó por ser más fuerte, que marcó algo distinto. Fue cuando el presidente de la Asociación Rural del Uruguay se refirió a la pesca. Un conflicto sin ningún criterio, donde el sindicalismo mostró su peor cara, metiendo pechera, de pesado, ignorando hasta las propias necesidades de sus asociados.

Es un problema serio el de la pesca. Lo mismo es hoy el de Conaprole, en relación a la planta de Rivera.

La empresa cumple con todos sus deberes, pero el sindicato desconoce los mismos.

Ya pasó esto con la empresa Gloria de Nueva Helvecia, y todos sabemos lo que sucedió: ahora está cerrada.

La razón de la sinrazón no es un argumento.

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