Todos tratan que el ambiente político sea bueno, correcto. Que ganadores y perdedores asuman sus roles sin escándalos. Sin embargo, el clima no es del todo normal.

Horacio Jaume | Montevideo | Todo El Campo | Terminaros las elecciones nacionales y faltan las departamentales.

Todos tratan que el ambiente político sea bueno, correcto. Que ganadores y perdedores asuman sus roles sin escándalos. Sin embargo, el clima no es del todo normal.

¿Por qué? No es común que la administración que pierde tenga una buena nota en su trabajo, tanto que el expresidente Luis Lacalle Pou goza del máximo de popularidad en lo que se refiere a su gestión.

El ganador percibe que la vara está muy alta y empiezan las diferencias: que los números están maquillados, que la forma de medir la pobreza es otra y eso indican otra cosa, o que hay contratos que no se tenían que haber firmado.

Por el otro lado se señala que hay un secretario de Presidencia que habla y que el presidente no lo hace; que Uruguay cambió su posición con relación a Venezuela, o que Brasil (Lula) pretende manar en el barrio.

En definitiva, demasiadas cosas para que el ambiente esté tranquilo y sea de concordia.

Frente a esa realidad es verdad que el presidente Yamandú Orsi habla poco y que el expresidente Lacalle Pou, actualmente líder del Partido Nacional, se fue al carnaval de Rio, y por si fuera poco el Directorio del Partido Nacional, debe elegirse y los candidatos a presidirlo son o Álvaro Delgado o Javier García.

Mienta tanto, en el Partido Colorado, Pedro Bordaberry y Andrés Ojeda miden fuerzas.

¿Cómo va a encaminarse todo esto?, esa es la otra pregunta.

Lo primero será las departamentales, posteriormente nombrarán los cargos que el Frente Amplio otorga a la oposición; y después será nombrado el presidente del Directorio del Partido Nacional.

Por otro lado tendremos a los ministros del Gobierno del Frente Amplio ya instalados en sus despachos y por fin sabremos, si Dios quiere, cuales son las prioridades de esta administración, pero ya sin la retórica de las elecciones, sino las prioridades reales, donde van a apuntar, porque para repartir hay que generar, o de lo contrario pedir prestado.

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