La solemnidad del cambio de mando no priva de los actos sencillos, ni de la simpleza de las cosas.
Durazno | Todo El Campo | La democracia se construye todos los días, pero cada cinco años alcanza su mayor punto de expresión con la asunción del nuevo presidente, elegido por la voluntad popular.
El ganador puede gustar o no, pero no por eso la fiesta democrática pierde valor. Por el contrario, podría decirse que aceptar al candidato que no gusta es la mayor expresión de las convicciones democráticas que alguien puede tener. Ese concepto va en la línea de aquello tan repetido como real: el mejor deportista es el que sabe perder.
El traspaso del mando que se realiza los 1° de marzo cada cinco años es una ceremonia que está cargada de momentos simbólicos y emociones para muchos uruguayos. Es un día de fiesta y de solemnidad.
Esa solemnidad no quiere decir que no haya cosas simples, que quizás no las veamos pero que están ahí, como la lapicera utilizada en el cambio de mando por el mandatario saliente, Luis Lacalle, como por el entrante, Yamandú Orsi.
Según publicó Durazno Digital, un portal informativo del departamento de Durazno, “la firma que marcó el comienzo del Gobierno de Yamandú Orsi tuvo un sello especial: la lapicera utilizada en el acto fue obra del artesano oriundo de Durazno, Pablo Rigali”.
Rigali es conocido por su trabajo en guasquería y platería. No es la primera vez que se usa una pieza artesanal hecha con sus manos, porque durante la cumbre de la Celac el expresidente Lacalle portó y escribió con una lapicera con su decorado.
Lacalle dijo que obsequiará a Orsi una lapicera similar, y destacó el trabajo artesanal uruguayo.
Son de esas cosas simples, anécdotas que suelen pasan desapercibidas, porque no hacen a la esencia de la cosa, pero forman parte de ella.
Fotos de Pablo Rigali (@pablorigali.plateria) • Instagram

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