El sábado 14 en la tarde noche, en los stands de Italia, INAC e Itaú, con los ecos del Prado como fondo, la música extendió su manto de encanto, rompiendo los límites de toda lógica, porque es inmortal y atemporal.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | En el lanzamiento de la Expo Prado 2024, el presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), como el director de Exposiciones, Patricio Conrtabarría y Rafael Ferber, respectivamente, coincidieron en forma casi que simultánea aunque en ruedas de prensa diferentes, en el concepto de que cada día la Expo Prado tendrá sus propias sorpresas que ni ellos podrían adelantarlas: “Nosotros mismos nos sorprenderemos junto con la gente y con ustedes los periodistas”, dijeron, palabras más, palabras menos.
Visto con la perspectiva que da el paso de los días y cuando las luces se apagaron, la opinión es unánime: la capacidad de sorprender que tiene el Prado es incalculable. Solo hay que dejarse llevar.
A modo de ejemplo alcanza con mencionar la presencia de Udelartitan celeste y Nova, los dos extremos de la evolución, el contraste de lo que fue y de lo que es.
Udelartitan celeste es un dinosaurio único de Uruguay, que vivió en estas tierras hace millones de años, expuesto por la Universidad de la República (Udelar), y de ahí su nombre; en tanto que Nova es la recepcionista del stand de Antel, un personaje creado con inteligencia artificial que recibe y da explicaciones a los visitantes.
En materia cultural y artística, también la variedad es característica infaltable en el Prado.
El sábado 14, el día antes del cierre de la exposición, en unos pocos minutos y en menos de 100 metros de diferencia, el público tuvo la posibilidad de disfrutar de cuatro espectáculos musicales de gran calidad artística como variadas características y estilos.
Frente al ruedo, contiguos entre sí, se encontraban los stands del Instituto Nacional de Carnes (INAC), de Italia, y del banco Itaú. Entre los tres y de forma totalmente independiente convirtieron la tardecita noche del sábado en un acto de encanto musical difícil de ver en todo su despliegue, salvo en la Expo Prado.
A las 18.30 horas Piero y Horacio deleitaron al público presente en el stand de Italia como de los que casualmente pasaban por allí y al escuchar sus acordes se detenían a escuchar, aplaudir e incluso moverse al ritmo de músicas italianas -y no únicamente de Italia- que el simpático y carismático dúo de jóvenes iban interpretando, generando algarabía y despertando los aplausos espontáneos. No hay dudas de que cuando los músicos son buenos, la gente los valora.
Pegado al stand de Italia, y apenas finalizado el espectáculo de Piero y Horacio, en el stand de INAC comenzó el show de Nacho Obes que en un estilo muy personal ofreció una variedad de interpretaciones que pasaron del romanticismo al rock más puro.
Y a 20 metros banco Itaú, como parte de la celebración por sus 100 años, ofreció un recital de Soledad Pastorutti con nada más ni nada menos que Florencia Núñez en la apertura de show.
Trayectorias, perfiles y estilos tan diferentes, unidos en el Prado.
TODO COMENZÓ CON CAT STEVENS.
Pero especial fue el espectáculo de Nacho Obes que acompañado de su guitarra o un teclado según el caso, abrió con una fantástica interpretación de Wild World, la famosa canción que el británico Cat Stevens compuso y presentó en el álbum Tea for the Tillerman de 1970.
A partir de ahí una seguidilla de éxitos de diferentes artistas convirtieron a la Expo Prado y al stand del INAC en una mini noche de la nostalgia, con artistas y canciones que hicieron época y que en algunos casos el propio Obes se encargó de “enseñar” a cantar para que el público de todas las edades acompañara con los coros.
Quienes conocen a Cat Stevens saben que si un show comienza con él y haciendo Wild World, lo que sigue es magia. Y lo fue. En el Prado, frente al Ruedo, hasta donde hacía unos minutos se habían realizado competencias de paleteadas, en el stand del INAC, se fue sucediendo un variado repertorio de canciones clásicas de Tina Turner, Bryan Adams, Elton John.
Si Cat Stivens puso la vara alta, el propio Obes la subió aún más cuando interpretó a Michael Jackson y se mezcló entre el público que le abría paso para verlo bailar y bailar con él. Hay que decirlo, Nacho Obes no alcanza el nivel de movimientos que lograba la estrella del pop, pero fue tanto el entusiasmo que puso con cada paso despertó permanentes gestos de aprobación y el aplauso de todos, de los niños con sus padres, y de los abuelos con sus nietos.
También interpretó canciones más recientes de Lady Gaga y Bradley Cooper, matizadas con Eros Ramazzotti y Ricky Martin.
El clímax también tuvo puntos muy altos con Coldplay que hizo saltar a todos los presentes al interpretar A Sky Full Of Stars, y fueron sublimes los minutos dedicados a Freddie Mercury, y sobre el cierre no menos impactantes las interpretaciones de Rolling Stone y The Beatles.
Hubo más, pero con lo dicho quizá ya sea suficiente, y quién sabe, quizá en la Expo Prado, en el stand de INAC, esté comenzando un nuevo clásico, el de la mini noche de la nostalgia en el Prado, y todos nosotros seamos testigos de ese nuevo alumbramiento.
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