¿Por qué cada cosa que pagamos tiene ese valor y no otro? ¿Cómo se compone el valor final de un boleto de ómnibus, un paquete de galletas, prendas de vestir, electrodomésticos, un vehículo, lo que pagamos a UTE o Antel?; en fin, todo. Merecemos saber qué destino tiene nuestro dinero.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | Cuidar la libertad de los ciudadanos debe ser el objetivo más importante de los gobernantes. La libertad en todos los sentidos posibles.
Sin conocimiento no hay libertad, el mundo comienza a entenderlo y la gente quiere saber. Saber con qué materiales se hace una prenda de vestir, que no implique trabajo infantil ni la muerte de animales para su confección; si de alimentos se trata es importante saber si tiene o no grasas y de qué tipo, la sal, los azúcares y los datos nutricionales en general. Es información que el consumidor mira al momento de decidir una compra.
También se fijan y cuidan el bienestar animal, y en pocos meses, cuando comience 2025, los consumidores europeos podrán saber (quieren saber) que aquello que compran no se vincula con la deforestación.
Cada vez el consumidor del mundo quiere saber más y más. Ya no es un sujeto que recibe pasivamente lo que el proveedor le ofrece.
Sin embargo, hay un tipo de información del que nadie nos da, y es el peso fiscal que tienen los productos. O sea, cada vez que adquirimos algo -cualquier cosa que sea- ¿qué destino tiene el dinero que pagamos por él?
En las boletas de compra apenas si se discrimina el IVA, pero ¿qué pasa con el resto que conforma el total que pagamos?
Cuando el Gobierno adoptó la forma actual de calcular el costo del combustible (el precio paridad de importación), todos nos enteramos de la cantidad de impuesto que pagamos cada vez que cargamos el vehículo: de los $ 77,54 que cuesta el litro de nafta Super, $ 31,37 es el ingreso de Ancap; $ 34,20 corresponden a impuestos y tasas, y $ 11,97 comercialización. La pregunta es ¿por qué no universalizamos esa información para que todos sepamos qué estamos pagando cada vez que hacemos una compra?
Es lo que se llama transparencia fiscal y que se debería materializar en la información detallada de los componentes que generan el precio final de un producto. Al fin y al cabo es nuestro dinero, de los ciudadanos, y deberíamos saber exactamente qué sucede con cada peso que abonamos al pagar un boleto de ómnibus, en las cajas de los supermercados, tiendas y todo lo comercial en general.
Es algo que la población no se plantea, pero todos coincidiremos que tenemos derecho a contar con esa información.
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