Algunos serán expulsados del lugar en que viven, otros obligados a modificar formas de producción, porque no hay agricultura ni ganadería que soporte tanta sequía o tanta inundación.

Montevideo | Todo El Campo | El cambio climático está cambiando la vida de las personas. Lo sucedido en Río Grande do Sul, por la cercanía, nos impactó de sobremanera, y es bueno pensar que eso nos pudo pasar a nosotros para tomar conciencia y asumir conductas responsables desde ahora, aunque sea un poco tarde.

Pero los fenómenos como los sufridos por nuestros vecinos no ocurren solo ahí. Otras partes del mundo atraviesan situaciones parecidas: Alemania, Austria, Italia, antes sucedió en Emiratos Árabes Unidos (que está sobre un desierto). Todos hechos trágicos con costos en vidas humanas además de daños millonarios en estructuras y bienes materiales.

Aquí en Uruguay hemos visto y vivido como en muy poco tiempo podemos pasar de una sequía a un período de inundaciones, y viceversa, y la verdad es que ningún país, ninguna región o zona está a salvo y a cualquiera le puede tocar en suerte.

Lo peor es que la situación tiende a agravarse en todo el mundo, y si eso pasa, varias zonas habitables dejarán de serlo, porque sus habitantes serán expulsados a lugares más seguros.

Allí donde los gobiernos puedan intervenir con obras de infraestructura para evitar salidas de cause de los ríos o mejorar drenajes, lo harán. Pero los recursos son limitados y deberán decidir invertirlos, si es que las características naturales de la región  lo permiten.

El mismo razonamiento podemos usar respecto a las sequías. Habrá zonas donde se podrá invertir en reservas de agua que se usarán en riego cuando la naturaleza no la brinde en cantidades suficientes.

Según la ciencia, la especie humana moderna (el Homo sapiens) surgió hace unos 200.000 años tras un proceso evolutivo de millones de años, y previo al hombre moderno, otros homínidos ya ocupaban el planeta. En todos esos años, el hombre siempre estuvo vinculado a la naturaleza, aprendiendo de su entorno y haciéndola parte de su estrategia de conservación.

En esa historia de tantos miles de años hay ejemplos en los que el ser humano con su inteligencia y trabajo doblegó a la naturaleza, ganándole al mar, por ejemplo. Pero lo más frecuente es que el hombre trabaje en sociedad con ella y adapte su fuerza en beneficio propio. Lo hace desde la antigüedad.

Pero por acción del hombre -y no por culpa de las vacas-, la naturaleza se ha vuelto desafiante e ingobernable al extremo de lo ya dicho, y mientras algunos buscan nuevos sitios para vivir, otros los buscarán para producir alimentos. No hay humanidad sin alimentos, es de Perogrullo.

El punto es saber de cuánto tiempo disponemos para adaptarnos a lo que podrá venir.

Foto Marcelo Umpierrez en X @emekavoces

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