Los autoritarios no ven la diversidad de opinión como un valor en sí mismo, sino como una molestia y una amenaza continua a sus objetivos políticos y de conducción del país que lideran.

Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | Una forma de medir el sentido de la libertad que posee y rige el accionar del presidente de turno de cualquier país democrático es su vínculo con el periodismo y los periodistas.

Mala señal es que la principal figura de un país -cualquiera sea este- tenga una predisposición negativa para con los medios de comunicación y sus trabajadores. Muchas veces ocurre que cuando al mandatario no le gusta los ángulos de la información o las opiniones que se dan por parte de un periodista o medio, opte por ignorarlos, enojarse e incluso maltratarlos, incluso muchas veces en público y sin disimulo.

Una de las maneras de medir el estado de las libertades fundamentales de las personas y las sociedades en un país democrático y libre es la libertad de prensa. Los autoritarios no ven la diversidad de opinión como un valor en sí mismo, sino como una molestia y una amenaza continua a sus objetivos políticos y de conducción del país que lideran. Por eso los autoritarios lo primero que hacen es clasificar los medios y a los periodistas de amigos o enemigos para luego actuar en consecuencia dando entrevistas, asignando publicidad, y hasta tratarlos de una manera u otra según esa cercanía o simpatía.

En Uruguay, desde 1985 a la fecha, el periodismo ha gozado de respeto y la debida consideración por parte de los gobernantes de turno. Salvo hechos puntuales no se puede decir que ninguno de los que presidieron el país desde entonces a la fecha, haya tenido al periodismo como enemigo, a pesar de que hay hechos puntuales que en su momento fueron debidamente condenados.

De todas formas, es importante estar atentos, porque la persecución a la liberad de prensa rara vez llega de un momento a otro, suele darse por etapas, aunque siempre termine en la censura o clausura definitiva de un diario, radio o canal de televisión.

Pero antes de la clausura o la censura abierta e indisimulada siempre hay pasos o escalones previos, que no son tomados por la sociedad con la seriedad que el hecho merece.

Reitero que afortunadamente en Uruguay no tenemos ejemplos de eso. Este Gobierno y particularmente el propio presidente Luis Lacalle han tenido un vínculo muy cercano con los medios, tanto que llega a contradecir algunas teorías sobre la excesiva exposición y el desgaste al que se expone.

Lamentablemente, la historia es distinta en nuestro país vecino, Argentina. Durante muchos años el kirchnerismo ha dado lecciones sobre cómo atropellar medios y periodistas solo porque piensan y opinan diferente.

La llegada de Javier Milei hizo pensar que las cosas podrían cambiar. No se esperaba menos de un hombre que en sus discursos hace de la libertad su mayor valor, pero no fue así y tomemos por ejemplo lo ocurrido esta semana.

Entrevistado por Alejandro Fantino en radio Neura 89.7, Milei manifestó alegría por los problemas económicos que tendría el diario Perfil y se burló infantilmente de su director, Jorge Fontevecchia.

Se refirió al periodista como “tinturelli” y explicó que lo llama así “porque está carmeleado que da miedo”. Y respecto a la situación financiera de Perfil, medio al que calificó de “pasquín”, agregó: “Al margen de eso… pero bueno está camino a la quiebra, así que… ¡qué bueno! Ya quebró una vez y lo salvó un empresario, después lo salvaron los políticos y ahora como no tiene pauta va a la quiebra”.

No es la primera vez que Milei ataca la prensa y a todo periodista que plantea algún cuestionamiento que a él no le gusta.

La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) emitió un comunicado en donde alertó sobre el peligro del discurso del presidente contra el periodismo. Además la respuesta de Fontevecchia no se hizo esperar. En el diario Perfil y los programas de radio en que participa fue enfático: “Le vamos a decir al presidente (Milei): no pudo quebrarnos la dictadura militar, Menem en el momento de los 30 juicios, el asesinato de José Luis Cabezas, tampoco Néstor Kirchner poniendo cero de publicidad oficial, entonces tampoco va a poder quebrarnos usted”.

Es curioso como un presidente de valores tan opuestos al kirchnerismo puede parecérsele tanto en ese escaso sentido de la libertad de opinión y de prensa. No debería sorprendernos, aunque distintos, son dos modelos autoritarios.

Si eso no fuera grave, tampoco se entiende la alegría de Milei por el eventual cierre de una empresa que da trabajo a unas 600 personas.

Video de Lucas Morando.

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