Es importante conocer el mercado, observar sus movimientos para adecuar nuestra producción a lo que se demanda. Aquello que sirvió e incluso nos reconocían, puede dejar de ser atractivo.

Horacio Jaume | Montevideo | Todo El Campo | Lo primero y más importante para el país productivo que somos es saber hacia dónde se apunta, a dónde se quiere llegar, y con qué producto final para acceder a los mercados.

Un ejemplo claro es el del arroz. Uno se pregunta ¿por qué ese producto anda bien más allá de los buenos o malos momentos del mercado? Porque los arroceros tienen claro cuál es el arroz uruguayo y cómo debe ser, con determinadas características y eso es lo que deben cuidar y guardar. Además de monitorear permanentemente los mercados para ver si sufre cambios o no.

En ese punto no quiere decir que no haya un entorno que apalanque ese producto final. Cuando digo “entorno” me refiero a que no quiere decir que no tengas que cambiar las variedades, porque deben tener resistencia a enfermedades, menor consumo de agua, atender las épocas de siembra si cambian o no. Todo eso es el “entorno”, lo que investigadores y productores le agregan a ese producto final que debe tener determinadas características que son del arroz uruguayo, y eso es lo que le da prestigio en el mercado y mantiene su vigencia.

Eso no tiene nada que ver si son buenos o malos momentos para los mercados, si es tiempo de subas o de bajas, eso va por otros carriles. El tema es el producto en sí que se debe producir.

Lo mismo se puede decir del citrus: ¿cómo debe ser, qué características debe tener, a qué mercados debe apuntar, qué calibre debe tener? No quiere decir que los cambios no existan en el propio mercado, pero el producto final se debe cuidar y tratar de apalancarlo de diferentes maneras.

En la carne uno tiene claro que es lo que se pretende. Se sabe cuál es el tipo de novillo que conviene producir, y cuáles las diferentes maneras para lograr ese fin en particular.

Después viene el entorno: lo que debemos hacer para tener buenas pariciones, para que se preñen las vacas, etc. Eso es lo que apalanca la producción, pero no quiere decir que el producto final, esa carne que gana prestigio a nivel internacional, que tiene una bien ganada fama, no la debamos cuidar. Después, el hecho de aumentar los volúmenes y darle mayores características, eso es otra cosa, pero el producto está bien definido. En eso no hay ningún tipo de dudas.

Se pueden poner diferentes ejemplos.

También hay cosas que llevó más tiempo darse cuenta, por ejemplo el CRILU y el super fino, un proyecto exitoso que en los últimos años que ha tenido mayor repercusión.

¿Qué fue lo que hicieron? En un momento problemático para la fibra, plantearon la pregunta de si el mercado aceptaría que al producto final se le diera determinada característica y finura. Y se pusieron a trabajar en ese tema.

Lo primero que tuvieron que hacer fue llegar a determinado kilaje, un millón de kilos de super fina y lo lograron en menor tiempo que se suponía. No se quedaron allí, siguieron bajando micras y avanzando hacia los mercados que quieren acceder. Tendrán que agregar más cosas, hay proyectos sobre cómo podemos hacer con la resistencia a los parásitos, etc. Todo eso es el entorno de los animales, el producto final logrado es tener una lana super fina, acreditada, preparada de determinada manera que en los mercados es aceptada y reconocida. Y eso porque tuvieron claro a dónde apuntaban y qué era lo que querían.

Podemos tener otro ejemplo que está en pleno proceso, como que la oveja puede ser una solución para el pequeño y mediano productor. Nació a través de un trabajo de Andrés Ganzábal en el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y se ha puesto en práctica con éxito, y la oveja ha avanzado en determinados tipos de predios al punto que si  se recorre Canelones se la ve por todos lados.

¿Qué trae aparejado eso? Un tipo de faena distinta a la tradicional, a la que hay que darle el marco necesario para que una herramienta exitosa sea una solución y no un problema.

¿La producción sirve?, sí, para determinado tipo de productores, pero hay que complementarla, darle el marco legal para que eso que es una solución para determinado tipo de productores sea también una producción exitosa.

Pero hay ejemplos que son a la inversa, producciones que en su momento fueron muy exitosas. Por ejemplo la lana uruguaya era reconocida a nivel mundial debido a sus características, y se llegaba a decir “las lanas tipo Montevideo”. Era un rodeo nacional, el cual el 80% del mismo era una raza en particular. Esa lana y ese animal eran aceptado por el mercado internacional. Tenía una serie de atributos que adornaban ese producto final del que todos estábamos orgullosos.

Pero ¿qué paso? El mercado hizo un giro y aquel producto que era aceptado y con prestigio, perdió valor. Eso no lo quita valor a la historia. Sin embargo, así como los arroceros están siempre monitoreando el mercado; así como la carne uruguaya que debe tener determinado tipo de características para poder seguir tallando; e igual si vamos a producir corderos debemos darle el marco para que los productores se desarrollen.

De igual manera, cuando teníamos 100 millones de kilos de lana de determinadas características que nos permitía estar en esos mercados porque era aceptada y valorada. Hasta que los merilinista se dieron cuenta que se debía buscar un camino para acceder a los mercados, hablarlo con la industria, ganar terreno y volver a ser deseado por esos mercados.

El éxito o el fracaso están directamente relacionado a si esos productos van a ser aceptados o no en el mercado. Esto de sencillo tiene poco, pero es lo que se debe hacer.

AUDIO COMPLETO.

Horacio Jaume | Diario Rural | Radio Rural.

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