“Amigo de todos, donde él estuviera el barullo y la camaradería estaban presentes. Solidario con todos, los conociera o no a nadie dejaba de a pie”.

Carlos Sabatini | Minas, Lavalleja | Todo El Campo | El pasado viernes nos dejó físicamente Ariel Rodríguez Ballardo, si bien estaba atravesando una situación de salud compleja, habíamos estado con el pocos días atrás y se le notaba animado como siempre.

Son esas situaciones que a uno lo dejan sin palabras, sin reacción, son esos golpes que sabemos vendrán pero para los cuales no estamos ni estaremos preparados. La muerte siempre es una tragedia, en este caso más aún ya que era un hombre joven con mucho para dar todavía.

Criado entre las ferias ganaderas y las carreras de caballos, mamó eso desde chico y eran sus grandes pasiones, una cosa era Ariel conversando fuera de una pista de ventas y otra dentro de la misma, la transformación era inmediata, de la cuasi tranquilidad pasaba al vértigo y la vorágine por colocar los ganados.

Vivió al mango y eso sin dudas le pasó facturas al cuerpo. Amigo de todos, donde él estuviera el barullo y la camaradería estaban presentes. Solidario con todos, los conociera o no a nadie dejaba de a pie.

Quien escribe tuvo la posibilidad de hacer muchos kilómetros con él, yendo al viejo local El León en Aiguá o al local Las Cañas en la ruta 39. Siempre los temas de conversación eran los remates y las carreras de caballos, pasional en lo que hacía, en el acierto o en el error era enfático en sus sentencias, Ariel era así, blanco o negro sin matices.

Atravesó momentos jodidos en materia laboral por temas por demás conocidos, eso no lo amilanó. Sabedor de sus errores, se bajó de las tribunas de remate y se reconvirtió dentro de las pistas de ventas mostrando toda su energía y sapiencia, defendiendo siempre al que consignaba los ganados, sabía escuchar y negociando era muy bueno, de ahí que se ganó la confianza de mucha gente.

Hoy ese cuerpo maltratado por largas jornadas, descansará en paz, y allá por las pistas del cielo seguramente con su padre, Juvenil, se habrá reencontrado, y los temas sin dudas serán los mismos: remates de ganado y carreras de caballo.

Su alma seguramente seguirá acompañando las ferias del viejo local La Querencia y las nuevas actividades del local Campanero, como así también donde pise algún clasudo de carreras, dicen que siempre se vuelve al primer amor.

A su mamá, a su esposa y a su hija nuestro más sentido pésame, sabemos que estos dolores no son sencillos de sobrellevar.

Costará no verte, ni escucharte, pero recordándote te sentiremos cerca.

¡Vuela alto Ariel!

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