“No descarto la idea de importar una raza de pelo, pero considero que ésta debería contar con las dos características que se necesitan para un sistema de producción de corderos: prolificidad y aptitudes carniceras. La Dorper es carnicera, pero no es prolífica y el Santa Inés es algo prolífica, pero no es carnicera”.

Ing. Agr. Dr. Gianni Bianchi Olascoaga | Montevideo | Todo El Campo | Más allá de que la decisión de importar una nueva raza está librada a cualquiera, vale la pena reflexionar sobre dos puntos a mi entender muy importantes (*):

1. Qué impacto se espera puede traer aparejado el desarrollo de ese material genético en el país.

2. Independientemente de la raza y dando por descontado de que se tomaron todos los recaudos sanitarios hay una serie de aspectos técnicos que deberían tenerse en cuenta, a saber: ¿qué información genética se dispone de los ejemplares importados?, ¿cuál es su origen?, ¿cuán representativos son los animales respecto de la raza en cuestión? y finalmente ¿cuántos animales (machos y hembras) se introducen?

En este caso particular se trata de dos razas de pelo, una ya existente en el país, Dorper, aunque desconozco el número de ejemplares puros disponibles y otra nueva como es el caso del Santa Inés. A priori se podría pensar que lo que se fue a buscar es razas que no sea necesario esquilarlas, habida cuenta de las dificultades que atraviesa la comercialización de lana en el Uruguay, salvo que se trate de fibra por debajo de 21 micras. Ahora bien, existen muchas razas de pelo en el mundo y en la región. No parece ser ésta una razón determinante para decidir su importación. Sin perder de vista, que el Dorper no sólo ya existe en el país, sino que también hay información científica generada en el ámbito local con esta raza en cruzamientos terminales y en forma comparativa con otra raza carnicera de las más antiguas del país como es el Southdown. Esa información se generó en la Facultad de Agronomía en Paysandú, cuando la Institución todavía consideraba importante el rubro y en forma muy resumida se concluyó que el cordero cruza Southdown no sólo no tiene nada que envidiarle al cordero cruza Dorper, sino que a pesos elevados se comparta mejor aquella que ésta, en virtud de la alta precocidad en lo que a deposición de grasa subcutánea se refiere que muestra la raza de origen sudafricano. Vale decir que la única diferencia entre el Dorper, y yo me atrevería a decir, y cualquiera de las demás razas carniceras existentes en el país, es que no tiene lana y que manifiesta rapidez en su terminación. Característica esta última que ya posee, sin ir más lejos, el Southdown y también el Hampshire Down.

Respecto al Santa Inés, como raza foránea que es, no hay información a nivel local. Sin embargo, es muy común en el noreste brasilero y a priori diría que es una raza maternal, pero no tengo expectativas en cuanto a su aporte carnicero.

En definitiva, no descarto la idea de importar una raza de pelo, pero considero que ésta debería contar con las dos características que se necesitan para un sistema de producción de corderos: prolificidad y aptitudes carniceras. La Dorper es carnicera, pero no es prolífica y el Santa Inés es algo prolífica, pero no es carnicera.

Me interesa analizar, aunque sea superficialmente los aspectos señalados en el segundo punto que entiendo vale la pena considerar cuando se piensa importar una raza. Es decir, más allá de los gustos personales y la disponibilidad de ejemplares en el país, la información disponible y la calidad de ésta es clave. Es muy importante la elección del lugar de dónde se trae y la cabaña seleccionada, pensando sobre todo en cómo se está trabajando la raza desde el punto de vista de los programas de mejora genética en el país de origen. También es importante cuántos ejemplares se traen y cuál es el objetivo de multiplicación que quien lo importa tiene pensado llevar adelante. Para que se entienda, pongo un ejemplo de lo que imaginó no pasó, ni va a pasar: se trajeron 10-12 ovejas y 2 carneros puros por cruza, sin considerar su origen por raza y sin ninguna evaluación genética y al año se empiezan a vender animales media sangre o 3/4 de la raza en cuestión. Creo que queda claro que si ese fuera el escenario (repito no creo o quiero no creerlo), no se tendría certeza de cuan representativa es la raza, qué puede trasmitir a la descendencia y además la presión de selección para la reposición y eventual venta sería nula. 

Sin considerar, además, que sería deseable antes de difundir dicha genética (aun tomando los recaudos anteriores), contar con información objetiva y neutral. De ahí la importancia de que algún organismo de investigación apoye de alguna manera la decisión de importar nuevos materiales genéticos. Por el momento, eso no sólo no ha pasado, sino que nadie de ninguna institución vinculada al rubro, al menos que yo sepa, se ha expedido sobre esta noticia. Seguramente tenga que ver con lo reciente del tema y las fechas que transitamos y más temprano que tarde alguna de las instituciones que están dirigiendo los programas de mejora genética ovina nacional se expidan técnicamente al respecto, sobre todo cuando además tienen como objetivo promover el desarrollo del rubro ovino.

Foto de portada: Facebook Grupo TV Rural.

(*) Artículo sobre la exportación de ovinos paraguayos a Uruguay: Paraguay exportó ovejas Santa Inés y Dorper a Uruguay. – Todo El Campo

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