No lo dijo Javier Milei ni Alberto Fernández. Lo dijo la Ec. Diana Mondino, y entonces uno empieza a creer que es posible.

Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | En Argentina se ha erguido como el portador de la esperanza, pero en Uruguay, Javier Milei genera muchas desconfianzas. No solo por sus ideas en muchos aspectos cuestionables -cosa común en la política en general y casi una regla en los países donde hay libertad-, sino también por su estilo comunicacional disruptivo con la idiosincrasia oriental.

La pregunta de ¿qué probabilidades habría de que candidato con las ideas y las características de Milei triunfara en Uruguay? nos lleva a un ejercicio difícil de hacer, pero es más difícil aún considerar que alguien así pudiera tener éxito aquí, aunque nunca se sabe.

Una de las figuras más serias del equipo de Milei y en todo el partido La Libertad Avanza (LLA) es la Ec. Diana Mondino, quien resultó electa diputada, pero renunciará a ese cargo para ocupar la Cancillería argentina a partir del 10 de diciembre.

Como se sabe, en política valen las ideas que deben ser sensatas y acordes a la realidad de cada país, pero también valen los estilos de comunicación, las formas y el comportamiento de cada candidato y sus asesores más cercanos. De todo eso surge el concepto de credibilidad. Como regla general, en el mundo no existe un político exitoso si no es creíble, por eso es clave la conformación de los equipos con las personas adecuadas: que sepan de los temas, que comuniquen bien, que transmitan solvencia, y que den imagen de seriedad. De todo eso y algún ingrediente más surge la credibilidad.

Los más veteranos recordarán que antes de las elecciones de 2004, el Dr. Tabaré Vázquez anunció en Washington (Estados Unidos) que su ministro de Economía sería el Cr. Danilo Astori. Lo hizo para dar seriedad y credibilidad en un lugar estratégico mundial, porque el prestigio del fallecido fundador de Asamblea Uruguay trascendía fronteras y era una manera de decir: “Confíen en nosotros que no vamos a hacer locuras”.

Con Mondino ocurrió algo similar. No porque el anuncio de que será canciller se hiciera en Washington, sino porque desde mucho antes de ganar se supo que ocuparía esa responsabilidad. Si ese cargo relevante es para una persona de su talla que además acepta y defiende el modelo que se propone, es porque ese modelo tiene fundamento. Ese es el razonamiento que se transmite a la gente. Además, quienes seguimos a Mondino (aunque sea a través de los medios y las redes sociales), más allá de sus ideas, con puntos de acuerdo o discrepantes, sabemos que no está para el circo y que se toma las cosas en serio. Es un diferencial positivo.

Toda esta reflexión se debe a su reciente visita a Brasil, el otro gigante de nuestra Latinoamérica. La futura canciller realizó un viaje relámpago a Brasilia donde se entrevistó con el ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Mauro Vieira, y le hizo entrega, de la invitación, en manos y en forma personalizada, para que se la trasladara al presidente Luiz I. Lula da Silva para que éste asista al cambio de mando el 10 de diciembre. Un gesto único que muestra la relevancia que Brasil tendrá en la política exterior argentina.

En el marco de ese viaja, Mondino dijo a la prensa argentina que su partido político, LLA, centrará su actuar en el “multilateralismo”, y explicó: “No vamos a estar solamente con un grupo y en contra de otro grupo, las políticas que vamos a llevar a cabo son las propias de una democracia liberal”.

Agregó que en el Mercosur “estamos muy cerca de la posibilidad de la firma del acuerdo Mercosur-Unión Europea”.

Tanto se ha dicho sobre ese acuerdo durante tantos años, que al ciudadano le cuesta creer que haya habido algún avance. Pero no lo dijo Milei ni Alberto Fernández. Lo dijo Mondino, y entonces uno empieza a creer que es posible.

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