Si la idea es bajar el precio de los alimentos, la medida menos recomendada es aumentar los impuestos, y mucho menos aplicar nuevos. El liberal Justin Trudeau parece no saberlo, o por lo menos no está de acuerdo.

Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | El kirchnerismo parece haberse escapado de los límites de la República Argentina para aterrizar directamente en el otro extremo del continente americano con una propuesta que no resiste ningún análisis de seriedad y que es propia de populismos como el que gobierna ahora a Argentina: el Gobierno de Canadá propone aplicar impuestos a supermercados que no bajen el precio de los alimentos.

Efectivamente, “Canadá planea modificar sus leyes de competencia para permitir que el regulador actúe contra las fusiones anticompetitivas en el sector de comestibles”, publicó el viernes 15 la agencia noticiosa Reuters. Una medida sin duda positiva.

Además, “el Gobierno intensifica los esfuerzos para combatir el aumento de los precios de los alimentos”, agrega el reporte.

Que se trabaje en controlar “fusiones anticompetitivas” es positivo (tómese nota ahora que Uruguay debate ese tema respecto a la industria cárnica). También lo es “combatir el aumento de los precios de los alimentos”, nadie podría oponerse a ninguna política que abarate el costo de vida de las personas.

El problema es de qué forma planea hacerlo Canadá.

Todos sabemos que los Gobiernos tienen varios instrumentos para contener la inflación y reducir costos, son medidas universales. Pero no por conocidas ni por universales esas medidas garantizan los resultados esperados ya que la economía y las finanzas son asuntos complejos permeables a asuntos políticos, económicos y comerciales de cada país y ajenos a los mismos.

Por tanto, una medida correcta y exitosa en un país o en otro tiempo, no tiene por qué ser universalmente exitosa. Lo que sí es seguro es que una medida equivocada nunca da buenos resultados.

LOS HECHOS.

El liberal Justin Trudeau, primer ministro canadiense de 51 años, dijo este jueves 14 que convocó a los principales de los supermercados más importantes del país para discutir sobre el control de precios. La reunión se llevará a cabo la próxima semana en la capital canadiense, Ottawa.

Entre las posibilidades que Trudeau maneja como forma de combatir la inflación está la imposición de impuestos a las cadenas de supermercados si no proporcionan un plan convincente para limitar el aumento de los precios de los alimentos.

Léase bien el párrafo anterior. Primero: el primer ministro del país pedirá a los supermercados que proporcionen un plan convincente para evitar la suba de precios de los alimentos. O sea, espera que el sector privado resuelva un problema que deben atender los gobernantes, entre otras cosas elegidos con ese fin.

Segundo: si los privados no convencen a Trudeau y su equipo económico, el Gobierno impondrá un impuesto, lo que en lugar de ser una medida económica parece ser un castigo.

Los puntos antes mencionados parecen sacados de algún manifiesto kirchnerista. Que los privados solucionen lo que el Gobierno es incapaz de hacer, ese es el mensaje que se lee. Además: convénzanme o creamos un impuesto, dice Trudeau. Todo muy K.

Pero hay un tercer asunto que es tan kirchnerista como los otros dos.

Si la idea es bajar el precio de los alimentos, la medida menos recomendada es aumentar los impuestos, y mucho menos aplicar nuevos, porque ese incremento impositivo se trasladará a los consumidores con más subas de los alimentos que se quieren bajar.

Hay un par de cosas más: si los comercios no trasladan la suba de impuestos al consumidor, lo más probable es que disminuya la calidad de su servicio, reduzcan personal y eventualmente comiencen un proceso de números negativos que acumulados en el tiempo terminen causando serios daños financieros a las empresas de supermercados.

El comentario final es que si bajar la inflación fuera tan simple como imponer impuestos, no habría en el mundo país con precios elevados. Deberían saberlo ya.

Foto de portada: Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, saluda a varios compradores en un supermercado | Imagen de Food Retail.

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