Europa se dio cuenta que perdió 25 años dando la espalda al Mercosur y Latinoamérica.

Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | El presidente Luis Lacalle vino con un porte positivo de su viaje a Bruselas (Bélgica), donde participó de la Cumbre de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Allí dijo que nuestro país cree firmemente en la integración y aludió a la necesidad de concretar el acuerdo Mercosur-UE, que lleva 25 años de negociaciones.

“Es la hora de avanzar”, sentenció el mandatario, y dijo sentir un “optimismo crítico”. Sin embargo, horas después, al regresar a Montevideo conversó con la prensa y dijo sentir un “moderado optimismo”.

El cambio de “optimismo crítico” a “moderado optimismo” es sutil, pero real.

Independiente de lo que se piensa del Gobierno de Luis Lacalle podrá objetarse que ese “moderado optimismo” es infundado y que responde a su deseo de concretar una apertura comercial más que a la observación objetiva de la realidad. Pero Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, reafirma ese pensamiento positivo del mandatario cuando dijo “me comprometo a sellar este acuerdo con rapidez”.

No es una expresión de deseo, hay mucho más que eso, mucho más fundamento. Ahora bien, la pregunta que nos hacemos todos es ¿por qué Europa tiene ahora ese interés en el Mercosur, interés que no demostró en 25 años? Una cosa es muy clara: Si la Unión Europea llega a avanzar y sellar un tratado con el bloque sudamericano no es por un acto caritativo o un voluntariado sano, sino porque favorece sus intereses. En política eso se llama pragmatismo.

La respuesta, o parte de ella, está en un artículo de la BBC publicado el martes 18, titulado: “La inversión de miles de millones de dólares con que la Unión Europea quiere combatir la influencia de China y Rusia en América Latina”. Son “miles de millones de dólares en inversión, promesas de acuerdos comerciales y palabras de unidad. Todo para recuperar el tiempo perdido”.

El artículo de la BBC, firmado por la Redacción, expresa que las “fuentes del Ministerio del Exterior de Brasil, especialistas internacionales y algunas autoridades europeas”, explican ese cambio de actitud en “tres puntos” que son: “La creciente influencia de China en América Latina, la rivalidad con Rusia y la sensación de que Europa ha perdido mucho tiempo en las últimas décadas”.

Reforzando esa posición está la propia Ursula von der Leyen, y la consultora Eurasia Group. Ésta última señaló que “la importancia del acuerdo UE-Mercosur ha aumentado aún más para Bruselas, ya que Europa ha decidido diversificar sus lazos comerciales tras una dura separación de Rusia luego la invasión de Ucrania y una evaluación de riesgos sobre su dependencia de los suministros chinos y el acceso al mercado”.

Por otra parte, en los últimos diez años China destinó miles de millones en infraestructuras en la región, África y Asia, y Europa también quisiera contrarrestar su influencia.

Todo parece estar alineado para que el acuerdo comercial finalmente se concrete. Si eso pasa, la realidad geopolítica triunfaría sobre las diferencias que han expuesto los diferentes gobernantes de los países que integran uno u otro bloque, durante 25 años.

Tendremos que ser pacientes y esperar. Eso sí, los 25 años perdidos no se recuperarán, ese ya es tiempo perdido y no tiene vuelta.

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