Lo verdaderamente importante para Uruguay no es que gane la llamada derecha o izquierda, sino que gane aquel que tenga la misma visión y necesidad integral que nosotros. Y si no es la misma que sea lo más cercana posible.

Hébert Dell’Onte | El domingo 30 de octubre se realizó en Brasil la elección entre los candidatos Jair Bolsonaro que iba por la reelección y Luiz Lula da Silva que se postuló a nuevo mandato, resultando ganador éste último por un mínimo margen, mucho más ajustado que el anunciado por las encuestas.

Al momento de escribir esta columna, con el 99% de los votos escrutados Lula da Silva (Partido de los Trabajadores) lleva 60.345.825 votos (50,9%) frente a 58.206.322 (49,1%) de Jair Bolsonaro (Partido Liberal). Votos anulados 5.700.440.

El resultado, con festejos y desánimos para los simpatizantes de uno u otro, nos dejan varias lecciones que los politólogos y analistas deberán considerar, pero hay dos datos obvios y duros que van a condicionar al próximo Gobierno brasileño: el más obvio es que el triunfo de Lula se dio en un país claramente dividido en dos bloques iguales, solo un puñado de votos marcó la diferencia entre el ganador y el perdedor.

Lo segundo, que el nuevo presidente deberá gobernar sin mayorías parlamentarias, con un Bolsonaro que perdió pero se va fortalecido, lo que anuncia ásperos debates parlamentarios y duras negociaciones políticas para que el país logre avanzar.

La división en dos bloques electorales como la composición parlamentaria es sin dudas un tema de preocupación para Lula da Silva. Por eso, en su primer discurso, apeló a la unidad: “No hay dos brasiles. Somos un solo país, un solo pueblo, una gran nación”, expresó, de esa manera el próximo presidente de Brasil comenzó a marcar lo que seguramente intentará que sea la impronta del Gobierno que se viene, la unión en la diferencia por encima de la división, porque sabido es que ésta no conduce a nada, en tanto que la unidad es aceptada como fórmula universal correcta.

El analista político Mario Roda, haciendo referencia a lo ajustado de los resultados y la situación en que queda Brasil luego de las elecciones, comentó que en el primer discurso de Lula “no puede faltar ni sobrar una palabra”, dicho de otro modo, todo debe ser muy medido y cuidado. O sea, diplomacia política puesta en marcha a la hora siguiente de conocerse los resultados.

En Uruguay, Argentina, Venezuela, Cuba y otros países de la región, los partidarios ideológicos de Lula festejaron, y celebraron que los gobiernos de perfil izquierdista, con distintas tonalidades de izquierda (aunque el etiquetado izquierda y derecha es cada vez más ambiguo), se impongan en un continente donde solo hay tres países con posiciones diferentes, Ecuador, Paraguay y Uruguay.

Sin embargo, lo verdaderamente importante para Uruguay no es que gane la llamada derecha o izquierda, sino que gane aquel que tenga la misma visión y necesidad integral que nosotros. Y si no es la misma que sea lo más cercana posible.

No hay que olvidarse que fue una Argentina con Gobierno kirchnerista la que nos cortó los puentes cuando en Uruguay gobernaba el Frente Amplio; y fue el Gobierno de Mauricio Macri el que los desbloqueó cuando aquí seguía gobernado por la izquierda.

Fue el Brasil de Lula el que miró para otro lado, cuando Argentina nos patoteaba; y fue el de Bolsonaro el que se acomodó con una postura propia cuando Argentina nos dijo que si el Mercosur no nos gustaba que tomemos otro barco (“Si somos un lastre, que tomen otro barco”, dijo el presidente Alberto Fernández al presidente Luis Lacalle).

LA HIDROVÍA Y EL MERCOSUR.

Es evidente que las afinidades ideológicas, supuestas o reales, no son señal de nada. Por lo tanto, lo importante para Uruguay es que el presidente electo en Brasil no corte ni frene los avances que hemos hecho con los temas de la hidrovía, tan beneficiosos para la región desde el punto de vista integrador como económico.

Y lo otro es que cumpla con su anuncio sobre el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea. En setiembre de este año Lula da Silva dijo que si era electo trabajaría para desbloquear el acuerdo y se impuso un plazo de seis meses.

Sobre esos dos asuntos se refirió el presidente Luis Lacalle al saludar a mandatario electo: “Saludamos al presidente electo de Brasil @LulaOficial. Confiamos en trabajar para un Mercosur moderno y abierto al mundo. Así mismo esperemos continuar y mejorar las muy buenas relaciones bilaterales”.

Las negociaciones para el acuerdo con la UE se completaron en 2019, pero están congeladas. Observemos qué pasa, y esperemos que el resultado final sea lo mejor para nuestro Uruguay.

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