Lo sucedido no pude sernos indiferentes, ni puede dividirnos como sociedad, la condena debe ser enérgica y unánime.

Hébert Dell’Onte | El jueves 1° de setiembre el presidente del Codicen, Robert Silva, concurrió al barrio Cerro de Montevideo a mantener un diálogo abierto, con todos los ciudadanos que quisieran asistir, sobre la reforma educativa que lleva adelante el Gobierno. Nada más democrático y transparente en los gobernantes que acercarse a los barrios y exponer allí el por qué de las cosas, escuchar y explicar.

Pero ese gesto democrático no empezó ni terminó bien. Un grupo de manifestantes intentó impedir la realización de la jornada, y aunque no logró totalmente su objetivo sí causó importantes molestias y tensiones innecesarias e intolerables en una sociedad de valores democráticos como la nuestra.

Todos vimos a través de las redes sociales y los medios de comunicación el escenario de empujones y gritos propios de gente irracional e intolerante. Todo eso es repudiable, pero lo más grave fue cuando Silva se retiraba del lugar y unas personas, arrojaron objetos contra el vehículo y uno de ellos rompió el vidrio trasero con un termo.

En el lugar y a pocos minutos de sucedido el hecho, el director de Convivencia del Ministerio del Interior, Santiago González, dijo que ese tipo de agresiones no se pueden permitir y marcó una línea separando los insulto y gritos de la violencia.

Además, valoró la presencia de legisladores de todos los partidos políticos que concurrieron al lugar y trabajaron para mantener todo dentro del cause democrático y de tolerancia.

Por otra parte, la situación grave y desagradable, generó la condena de la mayoría de los actores políticos del oficialismo como de la oposición. Con mayor o menor énfasis, todos estamos de acuerdo en que ese tipo de acciones no se pueden tolerar, y expresarlo abiertamente y sin miedos es la obligación de todos.

Los senadores de la coalición escribieron un “comunicado de apoyo” a Silva en el que expresan el “más absoluto rechazo a los hechos de violencia y los agravios” sufridos el presidente del Codicen.

Destacan “la voluntad de diálogo” del jerarca y su “esfuerzo en recorrer cada localidad del país” con el objetivo de explicar la transformación educativa que encabeza, por lo cual “debe ser reconocido y recibido en paz, y con un verdadero debate e intercambio de ideas”.

“Ofrecemos nuestro total apoyo a las autoridades de la Anep”, concluyen.

Desde la oposición hubo expresiones individuales alineadas en la condena. El presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, invitó a la sociedad “a reflexionar”.

“Hay legitimidades que hay que hacer valer”, como que Silva haga una charla sobre la reforma “que él y su Gobierno defienden”; y “por otro lado la posibilidad de que aquellos ciudadanos y colectivos que tienen una posición contraria puedan protestar, criticar y movilizarse”.

“Estas legitimidades no pueden validar actitudes violentas (…) y por lo tanto hay que condenarlas. Estas cosas no nos pueden pasar como sociedad”, enfatizó.

También desde el Frente Amplio, el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, escribió en sus redes sociales que está bien tener “pasión”, “vehemencia”, “convicciones e ideas firmes”. “Pero el debate, hoy por la educación, mañana por la seguridad social y pasado por otro tema, no justifica jamás la agresión. Toda mi solidaridad con Robert Silva. Bajemos la pelota, dialoguemos”.

La intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, a la cual le gusta opinar sobre todos los temas, al momento de escribir esta columna no se ha expresado, por lo que no se sabe qué piensa al respecto.

Lo sucedido no pude sernos indiferentes, ni puede dividirnos como sociedad, la condena debe ser enérgica y unánime, para que quienes están tentados por esas acciones patoteras y cobardes sepan que están solos, que son una minoría y que no encontrarán eco en las instituciones, en las organizaciones sociales, en la política.

Por otro lado, sería muy buena cosa una rápida acción de la justicia.

Hemos visto que ante empujones o algún chisporroteo menor en una cancha de fútbol, algún fiscal se ha apurado en llamar a los jugadores involucrarlos para retarlos -literalmente- como nenes chicos. Bueno, queremos ver ese celo profesional de los fiscales en casos de importancia como este que nos ocupa, y que los responsables -algunos de ellos ya identificados- reciban lo que la ley indica que se merecen.

Está en juego la calidad democrática, y eso no es poca cosa.

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