¿Qué efecto tienen el frío y la sequía en los pastos forrajeros cuando ambos fenómenos se dan de forma conjunta?, se preguntó el Ing. Agr. Fernando Lattanzi del programa Pasturas & Forrajes del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). El técnico usó su cuenta de Twitter para explicarlo.
Lattanzi escribió que junio terminó con “tasas muy bajas de acumulación de forraje en la plataforma de pastoreo del tambo”, una situación que se repite en “los predios del litoral sudoeste monitoreados en el proyecto”, escribió.
Agregó que en invierno “la radiación que las plantas pueden usar en fotosíntesis es baja”, pero en nuestro país ese factor “no es una gran limitante del crecimiento”. “El verano fue algo más nublado que lo usual, pero desde abril estamos en el promedio histórico”, además de que junio “tuvo más sol que lo normal”, como lo muestra el siguiente gráfico.
En invierno “la temperatura sí es una limitante al crecimiento” porque “las forrajeras reducen mucho su crecimiento cuando los registros son por debajo de 10ºC y lo detienen a 2ºC”.
Durante otoño “el suelo ha estado bastante más frío que lo usual” con mayo y junio a temperaturas mínimas a nivel de pasto “muy bajas”.
EL LITORAL SUDOESTE ATRAVIESA UNA SEQUÍA QUE SE DA MENOS DE UNA VEZ CADA ONCE AÑOS.
Pero el frío no es el único problema, el déficit hídrico también hace lo suyo. Lattanzi escribió: “Además del frío, en el litoral sudoeste estamos atravesando una sequía que se da menos de una vez cada once años. Esta mezcla de frío + sequía es la principal causa del bajo crecimiento en mayo-junio”.
Esa combinación de frío y sequía, “infrecuente en Uruguay pero común en climas continentales secos, exacerba los efectos de las heladas, ya que mucho del daño que causa una helada es efecto de desecación”, señaló. Por esa razón suele verse que con el frío más la sequía, la hoja más vieja se muere más rápido.
El Ing. Lattanzi concluye con tres gráficas en la que muestra la sequía a la que se refiere.
Compartir
Comparte este contenido en tus redes sociales!