El gremialismo ahora es de propuesta. Se necesitan gremios fuertes, que piensen, que ayuden a encontrar las soluciones, para eso deben revisar hasta su propio funcionamiento.
Horacio Jaume | El gremialismo rural sufre igual que los países y los gobiernos a los cambios que se ven sometidos. Porque hoy las exigencias son otras, porque el mundo se ha globalizado, porque las noticias corren más rápido y los mercados también son más sensibles.
La Federación Rural cumplió sus 105 congresos, con ello está demostrando primero que todo, su condición para soportar cambios, que no quiere decir que no los sufra de igual manera.
De aquel gremialismo contestatario de un país cerrado al mundo, tomando como ejemplo sólo a la carne, el consumo interno muchas veces estaba por encima de lo que se exportaba. Hoy se va el 80%.
El gremialismo ahora es de propuesta. Se necesitan gremios fuertes, que piensen, que ayuden a encontrar las soluciones, para eso deben revisar hasta su propio funcionamiento.
La Federación llegaba con problemas internos que exigen cambios y no siempre se está de acuerdo, además su presidenta Mónica Silva, faltando un año de mandato, renunció a su cargo.
Frente a este primer hecho hubo una lista única y en ella prácticamente están todos los departamentos representados. A nivel nacional, con el Gobierno, tienen una misma partitura. El hecho que el Gobierno reconozca que es un país agropecuario facilita la situación.
Políticamente, en los hechos, el triunfo de la actual Administración en las elecciones Nacionales, se lo debe al ruralismo; lo que se ratificó en el último plebiscito. La presencia fuerte del Gobierno en Tacuarembó, hasta la asistencia del propio presidente de la República, Luis Lacalle, así lo demuestra.
Dijo el nuevo presidente de la Federación Rural, Martín Uría, “estamos en el mismo camino, pero no de la mano, pero sí en el mismo camino”.
Las diferencias no están en los temas, sino en la velocidad.
En el discurso de la expresidenta Mónica Silva, le sugiere al presidente apurar el tranco, y este le replica inmediatamente diciéndole “con galopito”. Es la misma partitura, un “arreglador” puede afinar los instrumentos para que salga una buena melodía, no nos podemos olvidar de otros sectores pero hoy el campo es nuestra mayor riqueza.
Cuando en plena pandemia se sostuvo por parte del Gobierno que no se podían parar los motores y que estos debían seguir funcionando, la respuesta está a la vista: La exportación de carne, las buenas cosechas de cultivos de verano, todo se puede apreciar en las producciones. Ni que tal vez que Dios les dio una mano, pero que el campo cumplió, cumplió.
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