Así, todos pierden.

Así, todos pierden.

Con la actual política animal la población canina crece en forma desenfrenada y las medidas de control son ineficaces.

Horacio Jaume | Montevideo | Todo El Campo | ¿Hasta dónde llega el poder de los animalistas? Esa es la pregunta que uno se hace. Nadie duda de sus buenas intenciones o de su sensibilidad para con los animales, pero indudablemente sus actitudes son provocadoras y hasta desafiantes. Dueños de la verdad que los lleva a proceder de una manera poco creíble y lo que es peor, quienes osen discrepar o enfrentarlos serán catalogados poco menos que criminales.

Con esa tarjeta de presentación actúan como si fuesen intocables.

Las autoridades son temerosas frente a esa realidad ya que pueden quedar expuestas a ser escrachadas y a manifestaciones de todo tipo.

En la Rural del Prado se les da un lugar especial como observadores. Están muy frescas las imágenes de los animalistas encadenándose a los palenques, entorpeciendo el espectáculo. Mientras tanto la población canina crece en forma desenfrenada y las medidas de control son ineficaces.

Los perros vagabundos hacen estragos en las majadas. Pero ellos sensibilizan a la sociedad haciendo entrar a los jugadores de fútbol con perros para que estos sean adoptados de los refugios.

Hay temas que no se pueden ni hablar. No se puede hablar de perreras, es casi una herejía. No se quien lo decretó, pero es así.

Nadie duda que los extremos no son buenos y hay que tener voluntad para encontrar las soluciones, pero eso tampoco lo entienden.

Hasta ahora pierden todos. Pierden los productores que los perros les matan las ovejas y hasta los vacunos.   Pierden las intendencias creando refugios en forma casi indefinida. Pierde el Gobierno que va desgastando su figura. Pierden los animalistas porque cada vez son más repudiados por el sector productor.

Foto archivo de Todo El Campo.

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