¿Contradicción? La Unión Europea autoriza transgénico como alimento, pero no su cultivo.
Se trata de maíces sobre los que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria dijo que realizó una evaluación científica favorable, concluyendo que los maíces modificados genéticamente son tan seguros como sus homólogos convencionales.
Hébert Dell’Onte Larrosa| Montevideo | Todo El Campo | Este viernes, la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la Unión Europa, autorizó el uso de tres variedades de maíz modificado genéticamente y renovó la autorización de una cuarta. El alcance de la autorización permite el uso de esos maíces para consumo como alimento humano o animal, no así su cultivo.
El viernes 20, Europa Press informó que las variedades en cuestión fueron sometidas a procedimientos de autorización que garantizan un alto nivel de protección de la salud humana y animal, así como del medio ambiente.
Si se garantiza “alto nivel de protección de la salud humana y animal, como del medio ambiente”, es contradictorio no permitir el cultivo.
El artículo agrega que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dijo que se realizó una evaluación científica favorable, concluyendo que los maíces modificados genéticamente son tan seguros como sus homólogos convencionales.
Las autorizaciones tienen un plazo de validez de 10 años.
Además, se asegura por parte de las autoridades que cualquier producto producido a partir del maíz modificado genéticamente autorizado estará sujeto a las estrictas normas de etiquetado y trazabilidad de la Unión Europea.
LOS TRANSGÉNICOS COMIENZA A GANAR LA BATALLA.
Al parecer, en Europa comienza a primar el sentido y el criterio científico para permitir o no determinados cultivos y alimentos, y los detractores de los transgénicos, que tanto se han esforzado en demostrar esos productos como dañinos -que no lo son- comienzan a perder la batalla.
La evidencia científica siempre estuvo del lado de los transgénicos, lo que pasó fue que quienes se oponen siempre fueron muy hábiles para comunicar sus posturas, incluso en contra de la ciencia y convenciendo a una buena parte de la opinión pública. Esa misma opinión pública ejerció presión sobre los gobernantes que por no contradecirla hicieron primar decisiones políticas prohibiendo los materiales modificados por sobre la investigación científica.
Lástima que aún no se avanza más rápido y solo se permite el consumo humano y animal, pero no el cultivo. Parece una contradicción sostener que algo que se puede comer no se pueda sembrar y cosechar, pero comienzo tienen las cosas y esta carrera entre transgénicos si y transgénicos no parece que tiene un final claramente a favor de los primeros.
Los opositores, como es el caso de Greenpeace y otras organizaciones similares, continuarán sus campañas publicitarias plagadas de errores cuando no falsedades, siempre en contra de los posicionamientos de la ciencia que abrumadoramente sostiene que no por ser transgénicos son malos, por el contrario, esos productos aseguran más alimento para más gente y sin dañar el ambiente ni a las personas que trabajan con ellos o que finalmente los consume.