La agresividad de los ambientalistas.

La agresividad de los ambientalistas.

Algunos militantes y grupos ambientalistas muestran un grado de agresividad e intransigencia preocupante. Dicen que lo hacen por causas nobles, pero no tienen la nobleza de respetar al que piensa diferente.

Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | Las principales obras de arte del mundo se encuentran fuertemente custodiadas para evitar robos y actos vandálicos. Desde que el hombre es tal el acto de robar ha estado en la conducta habitual de muchos y algunos de ellos muy osados capaces de burlar los sistemas de seguridad más sofisticados. Si invirtieran el dinero, el conocimiento, tiempo y sus habilidades en cosas buenas seguramente serían destacados ciudadanos, pero prefieren hacerlo para robar. Ya desde la época de Moisés se nos advertía de ese comportamiento en las Tablas de Ley con aquel séptimo mandamiento eterno de “no robarás”.

Lo de actos vandálicos ya es otra cosa que requiere un análisis aún más profundo, porque no se busca apoderarse de algo, sino destruir, a veces solo por el hecho de la destrucción misma, pero otras para llamar la atención. Cualquiera sea el motivo, el vandalismo siempre es condenable y no deberían tener lugar en la sociedad humana en ningún punto del planeta.

Como si no hubiera variadas y positivas formas de llamar la atención, algunos grupos extremistas de diferentes características y fines (políticos, ambientales, culturales, religiosos, sociales) optan por destruir, ensuciar, enchastrar. Hay muchos ejemplos en Uruguay y fuera de Uruguay. Personajes que se parecen más a los parásitos, solo destruyen y con ese comportamiento creen que cambiarán al mundo, cuando en realidad se necesita mucho más que eso, sino sería muy fácil.

Una de las obras de arte que ha sido atacada por los grupos extremistas es la Mona Lisa, la afamada pintura de Leonardo da Vinci que se encuentra en el museo Louvre en París, Francia. A fines de enero, el grupo ambientalista Riposte Alimentaire (Respuesta Alimentaria) arrojó sopa a la pintura, sin llegar a afectarla porque está protegida por vidrios. Antes otras personas individuales o grupos radicales le tiraron pintura, una piedra, una taza, ácido o incluso un pastel.

Riposte Alimentaire se presenta a sí misma como “una operación de transformación profunda y colectiva que tiene como objetivo lograr una victoria ecológica y social a través de la implementación de una Seguridad Social para la Alimentación Sostenible”.

Esa Seguridad Social para la Alimentación Sostenible “es una solución” para lo que entienden son “los cuatro objetivos más importantes que nuestro sistema actual no cumple” y que -según la página web del movimiento- son: “garantizar las necesidades alimentarias de la población, respetar los límites planetarios, iniciar la transformación profunda de nuestro modelo agrícola impuesto por el cambio climático, y asegurar una vida digna a los campesinos que nos alimentan a diario”.

Ante un primer análisis y así como están planteados, los objetivos de Riposte Alimentaire parecen ser positivos, pero ¿por qué arremeter contra piezas artísticas?, una actitud que la inmensa mayoría de la población mundial y que los agricultores que dicen defender ciertamente no comparten.

Como fue dicho más arriba, claramente lo hacen para llamar la atención, y lo logran, de hecho ahora mismo estoy escribiendo y el lector está leyendo sobre ese grupo del que quizá muchos no escucharon antes. Lo malo para ellos es que cuanto más conocemos a Riposte Alimentaire y sus métodos, más discrepamos y más desconfiamos de que su discurso elaborado para agradar sea lo que parece ser.

Por el contrario, si profundizamos sobre sus objetivos y la forma con que quieren alcanzarlos -imponerlos-, mayor será la discrepancia porque el fanatismo ambientalista europeo es lo que está causando gran daño en la producción y en la seguridad alimentaria de ese continente.

Nada que implique agresividad o intransigencia puede ser bueno, y muchos de esos movimientos son agresivos e intransigentes, no aceptan nada que no sea ellos mismos y lo que no les gusta tratan de impedirlo a como de lugar. Como muestra alcanza un botón: en Uruguay algunos animalistas quisieran evitar la realización de las jineteadas atropellando a quienes disfrutan de esos espectáculos, no les importa ni les interesa qué cree ni qué piensa el resto de las personas.

Que en Uruguay no lleguemos a esos extremos que desde hace años vemos en Europa, la cuna de la civilización occidental y cristiana, depende de nosotros mismos.

En la foto de portada, las agresoras luego del acto vandálico. Foto de Riposte Alimentaire difundida en sus redes sociales.

El siguiente gráfico de Statista muestra los ataques que ha sufrido el cuadro de Leonardo da Vinci.

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