No se ha confirmado, pero todo indica que así sucederá. Somos un país con un alto número de ateos o no creyentes, pero en algunos sectores de la sociedad, especialmente en el interior, la religiosidad tiene un peso mayor.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | A comienzos de abril el cardenal Daniel Sturla estuvo en Roma donde se reunió con el papa Francisco y desde allí escribió en sus redes sociales que volvió a invitar al líder católico a Uruguay. La respuesta que recibió fue que si visita Argentina, también visitará Uruguay.
Es por lo menos la tercera invitación oficial que se realiza desde Uruguay al líder católico. La primera la hizo el propio Sturla en mayo de 2023, cinco meses después, en octubre, el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Bustillo, planteó la invitación en nombre del Gobierno, ahora en febrero nuevamente.
La idea del papa Francisco es visitar el Río de la Plata a fines de 2024 luego de un viaje a la Polinesia (Papúa Nueva Guinea y países del sudeste asiático) que realizaría en agosto y de asistir al sínodo que será en el Vaticano en octubre y que reúne a cardenales y obispos de todo el mundo.
En la mañana de este lunes 12 de febrero, el presidente argentino Javier Milei visitó al papa y lo volvió a invitar a Argentina. Tanto es su interés, que en flamante mandatario que apenas lleva 2 meses en el cargo ya lo invitó dos veces, la primera por carta y ahora personalmente. También la Conferencia Episcopal Argentina encabezada por el obispo Oscar Ojea le cursó una invitación.
Por lo tanto, desde la política como desde la religión el interés (y la presión, si se quiere y en el buen sentido del término) de Argentina y Uruguay es marcado y notorio. Además estamos hablando del primer papa rioplatense en los 2.000 años de Roma. Sería una burla del destino que luego de visitar tantos países del continente no lo haga con el suyo ni con Uruguay que tan parecido somos y que tan cerca estamos.
URUGUAY, PAÍS LAICO.
Para el catolicismo uruguayo la visita del papa Francisco sería un empujón positivo teniendo en cuenta que Uruguay es el país más laico del continente y el tercero entre los países latinoamericanos.
Luego de las políticas desarrolladas en 1900 por el entonces presidente José Batlle y Ordoñez, el Estado y la sociedad uruguaya inició un proceso de pérdida del sentido religioso que lo lleva a ocupar ese lugar. Aún hoy tienen vigencia los debates entre José Enrique Rodo y el Dr. Pedro Díaz, como el libro “Liberalismo y jacobinismo” en el que el primero transcribe el debate que mantuvo con Díaz luego de que Batlle y Ordóñez retirara los crucifijos de los hospitales públicos, cosa que sucedió en 1906.
Desde esos años la población católica ha ido en un fuerte proceso de caída.
El diario El País publicó el 30 de octubre de 2021 los datos que surgen del Latinobarómetro sobre la religiosidad en Latinoamérica: en 20 años el número de católicos que había en Uruguay bajó del 60% al 32%. Por otro lado, en dos años los evangélicos crecieron del 4,6% al 8,1%.
Uruguay es el segundo país con menos católicos (después de Honduras) y el primero en el número de personas que se definen como agnósticas, ateas o que no profesa ninguna religión (54%). Más de la mitad de la población local dice no identificarse con religión alguna o siquiera creer en Dios.
Por tanto, el papa Francisco llegará a un Uruguay en el que la sociedad cree poco y tiene poca fe religiosa. Y lo hará en un momento de definiciones electorales y en lo más fermental de la campaña política por lo que cualquier cosa que diga, cualquier definición que dé, puede ser usada en un sentido u otro.
UN DEBATE DIFÍCIL.
En otro orden. El papa también visitará Uruguay cuando el catolicismo del mundo entero enfrenta un fuerte debate sobre la bendición a los homosexuales que el propio Francisco impulsa y sostiene una y otra vez en entrevistas o comentarios públicos.
Ante eso, los sectores más progresistas quieren ir por más y defienden el casamiento de personas del mismo sexo, pero los grupos más apegados a la doctrina y las enseñanzas tradicionales del catolicismo los critican fuertemente porque a su entender violenta enseñanzas y verdades que se han mantenido durante mucho tiempo.
A pesar de todo eso el mensaje de papa será escuchado por todos los sectores de la sociedad. Se trata del líder y referente religioso más importante del mundo, principalmente el occidental.
Ya veremos qué entusiasmo -humano y espiritual- despierta Francisco en Uruguay. Una cosa es cierta: su visita no pasará desapercibida como tampoco pasó la de Juan Pablo II cuando nos visitó el 31 de marzo y 1 de abril de 1987.
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