Ahora se reconocen las nuevas técnicas como vitales para mantener los rendimientos de los cultivos mientras los agricultores lidian con los patrones climáticos cambiantes, como la sequía y las inundaciones.
Montevideo | Todo El Campo | ¿Comenzará a cambiar la política de la Unión Europea respecto a los organismos genéticamente modificados (OGM)? Según un artículo publicado el viernes 23 en el diario británico Financial Times, así será.
“La UE planea relajar las restricciones a los OGM para ayudar a los agricultores a adaptarse al cambio climático”, titula en su edición del viernes, y agrega: “Los controles podrían aliviarse en plantas que van desde trigo capaz de resistir la sequía hasta tomates resistentes a los hongos”.
Este golpe de timón puede leerse como una vuelta al sentido común, gracias a las nuevas características climáticas, frente a las presiones de los grupos autodefinidos como ambientalistas o verdes que, contra toda evidencia científica, militan contra las nuevas tecnologías productivas y eran (aún lo son) escuchados por quienes deben legislar al respecto.
El artículo del periodista Andy Bounds corresponsal en Bruselas, capital de la Unión Europea (y de Bélgica), escribió que la UE “planea levantar los controles sobre algunos cultivos genéticamente modificados para ayudar a los agricultores a lidiar con el cambio climático”. La sola mención de la medida reaviva el debate sobre el tema.
Financial Times accedió a un documento borrador en el cual se propone que muchas plantas modificadas deberían aprobarse como convencionales en lugar de pasar por el régimen de OGM existente del bloque, que es laborioso y costoso.
La nueva legislación abarcaría algunos cultivos cuyos genes han tenido algún tipo de edición para crear nuevas variedades, pero que podrían haberse logrado a través de técnicas tradicionales de mejoramiento. Se incluyen el trigo que resiste sequías, tomates resistentes a los hongos, y papas que contienen menos acrilamida, que se vuelve cancerígena cuando se fríe.
“Los funcionarios de la UE dicen que las nuevas técnicas son vitales para mantener los rendimientos de los cultivos mientras los agricultores lidian con los patrones climáticos cambiantes, como la sequía y las inundaciones. También reducirían el uso de pesticidas, fertilizantes y otros productos químicos. La propuesta aún podría cambiarse antes de ser presentada por la Comisión Europea el 5 de julio”, dice el artículo.
Para algunos funcionarios de la UE no hay tema de discusión: “La lógica económica es muy fuerte. Si queremos hacer frente al cambio climático y apoyar la seguridad alimentaria, necesitamos estas técnicas”.
CASOS Y DIFERENCIA.
La edición de genes es una forma de ingeniería en la que se pueden eliminar o agregar genes de la misma especie o similar, acelerando un proceso tradicional en el que los científicos mezclan diferentes especies de plantas. Un ejemplo sería empalmar una variedad de trigo con una espiga grande, lo que lleva a altos rendimientos, con uno con un tallo grueso, lo que lo hace más resistente al viento, explica.
Sin embargo, es distinta de la modificación genética, que introduce ADN de especies extrañas, no obstante el borrador dice que “se introducirían medidas para incentivar los productos vegetales que podrían contribuir a un sistema agroalimentario sostenible”, y los cultivos juzgados como tales no tendrían que llevar una etiqueta de OGM.
Como era de esperar, Greenpeace ya ha dicho que se opondrá a cualquier relajación de las normas que prohíben el uso de estos cultivos.
El Partido Verde y otros en el Parlamento Europeo, que tendrán que aprobar la propuesta, también se oponen a cualquier cambio. Sin embargo, la mayoría de los estados miembros, que también deben estar de acuerdo, han expresado su apoyo a una flexibilización de las reglas de OGM, según una persona familiarizada con las discusiones recientes.
Hay ignorancia en torno a qué prácticas agrícolas son verdaderamente sostenibles, incluso entre personas e instituciones que deberían tener mayor y mejor conocimiento en estos temas. Aunque la ignoren, las contribuciones de la ingeniería genética serán esenciales.
Montevideo | Todo El Campo | Si los cultivos genéticamente modificados son la clave para la agricultura sostenible, ¿por qué algunos científicos tienen miedo de discutirlos? La revista científica American council on science and health publicó un análisis en e que se aborda el tema, cuestionándose el papel que la ONU y la FAO juegan en este tema, además de responder a un artículo del profesor Jules Pretty en la revista Science, también científica.
El artículo en American council on science and health fue escrito por Henry Miller (médico biólogo molecular) y Colin Carter (profesor de Economía Agrícola y de Recursos en la Universidad de California, Davis).
En el artículo, Miller y Carter aseguran que los temas de ingeniería genética molecular han generado una especie de “aversión” en algunos científicos que se niegan a “mencionar el papel de la ingeniería genética en la agricultura”, y “en análisis, informes y artículos supuestamente académicos sobre agricultura sostenible, los individuos e instituciones que más saben a menudo ignoran o minimizan la importancia de las tecnologías más nuevas, como el ADN recombinante («empalme de genes») y la edición de genes”.
Un ejemplo es que la prestigiosa revista Science publicó “una revisión del profesor Jules Pretty, titulada ‘Intensificación para sistemas agrícolas rediseñados y sostenibles’, lo que resultó, lejos de una revisión, en “un artículo de opinión sesgado y estrechamente enfocado, parecía más apropiado para una publicación antitecnología de la nueva era que para Science”.
Pretty es profesor de Medio Ambiente y Sociedad en la universidad británica de Essex. En el artículo publicado en Sciencese refiere a la intensificación sostenible “sin una sola mención” a términos o conceptos como “nuevas variedades genéticas”, “ingeniería genética”, “organismos genéticamente modificados (OGM)” o “mejora genética”. “En una ‘revisión’ de la intensificación sostenible en la agricultura como la define Pretty, eso es incomprensible.
Miller y Carter se reconocen “desconcertados” porque no se puede discutir “eficiencia, sustitución y rediseño en las prácticas agrícolas sin mencionar las contribuciones críticas de las variedades genéticas nuevas y mejoradas en las últimas dos décadas. Es como tratar sobre las cualidades de un diseño de una casa sin mencionar términos como techo o cimientos. Específicamente, la introducción de plantas de cultivo modificadas con técnicas moleculares de ingeniería genética, a veces denominadas OGM, ha hecho contribuciones prodigiosas a los ingresos agrícolas y los beneficios ambientales por medio de cambios en las prácticas de labranza y el uso de pesticidas y herbicidas”.
CUESTIONAMIENTOS A LA ONU Y LA FAO: VENDE AGROECOLOGÍA.
Por otra parte, Pretty señala que la de que la intensificación sostenible “es ahora una prioridad para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”, lo cual es cuestionado por Miller y Carter “porque las agencias de la ONU como, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), son notorias por su falta de voluntad para reconocer en sus análisis las ya prodigiosas contribuciones científicas, económicas y humanitarias y el potencial futuro de la ingeniería genética”.
“En lugar de ciencia de vanguardia, la FAO vende agroecología, que define como ‘una disciplina científica, un conjunto de prácticas y un movimiento social’, centrándose en ‘cómo interactúan los diferentes componentes del agroecosistema (y crear) sistemas agrícolas sostenibles que optimicen y estabilicen los rendimientos’. Sin embargo, dado que la agroecología rechaza muchos avances agrícolas tecnológicos y biológicos modernos, es poco probable que produzca rendimientos que se mantengan al día con el crecimiento de la población y las dietas cambiantes de los consumidores asociadas con mayores ingresos y urbanización. La mayoría de los científicos lo descartan como una combinación de ilusión e ignorancia y lo consideran una amenaza para la seguridad alimentaria de los países en desarrollo”.
AUMENTAR RENDIMIENTOS DE CULTIVOS Y PRODUCIR MÁS LECHE Y CARNE POR HECTÁREA.
En contraste con la afirmación anterior, “un informe del Instituto de Recursos Mundiales con fecha 5 de diciembre de 2018 definió que una “mayor eficiencia en el uso de los recursos naturales es el paso más importante para cumplir tanto con la producción de alimentos como con los objetivos ambientales. Esto significa aumentar los rendimientos de los cultivos a tasas más altas que las históricas, y aumentar drásticamente la producción de leche y carne por hectárea de pasto”.
Así planteado, la pregunta es cómo lograrlo. La conclusión del Instituto de Recursos Mundiales fue la siguiente: “El mejoramiento convencional, la selección de cultivos de mejor rendimiento basada en rasgos genéticos, representó alrededor de la mitad de las ganancias históricas de rendimiento de los cultivos. Los nuevos avances en biología molecular ofrecen una gran promesa para ganancias de rendimiento adicionales al hacer que sea más barato y más rápido mapear los códigos genéticos de las plantas, probar los rasgos de ADN deseados, purificar las cepas de cultivos y activar y desactivar los genes”.
LA INGENIERÍA GENÉTICA REDUCE EL USO DE PESTICIDAS.
Además, “durante décadas, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina han documentado los beneficios económicos y ambientales de la ingeniería genética”. Por ejemplo, introducir “variedades genéticamente modificadas que incorporan un pesticida natural (una o más proteínas de la bacteria Bacillus thuringiensis) redujo el uso general de pesticidas y las poblaciones de plagas (y, por lo tanto, benefició incluso a los cultivos no modificados genéticamente, el llamado «efecto halo»), y aumentó la diversidad de insectos”.
El artículo de Miller y Carter concluye: “Cuando se trata de la importancia de la ingeniería genética en la agricultura sostenible, la altamente politizada ONU está claramente más allá de la ayuda, ya sea ignorándola o tratando de imponer una regulación excesiva y no científica. Pero la crítica poco bonita de Pretty es sorprendente. Su superficialidad no le da crédito a él ni a la ciencia”.
La mayoría de las propuestas de la agenda ambiental progresista apuntan a resolver ‘problemas’ generando otros mucho más graves”, por ejemplo, incrementando la inseguridad alimentaria.
Hébert Dell’Onte | Montevideo | Todo El Campo | “Las severas limitaciones argumentales de la agenda ambiental progresista” puede ser el título a una serie de tuits (hilo, debí decir) publicados recientemente por el ingeniero agrónomo santafesino José Jauregui, con los cuales aclara conceptos y responde a equivocaciones que se toman como verdades y se repiten sin ningún fundamento científico, arrastrando a las personas a equivocaciones serias.
“La mayoría de las propuestas” de la agenda ambiental progresista “apuntan a resolver ‘problemas’ generando otros mucho más graves”, como por ejemplo incrementando la inseguridad alimentaria, agrega.
Una de las instituciones más emblemáticas de lo que Jauregui llama “seudoambientalismo” es Greenpeace que se opone a muchas cosas que son buenas para la humanidad y suele utilizar un marketing impactante, muy bien estudiado. Pero instituciones como esa, que pretenden tener una base científica deberían ser eso, científicas y convencer desde la ciencia y no porque una imagen publicitaria bien hecha sea capaz de llegar a las fibras más profunda de los ciudadanos. Afortunadamente no se trata de marketing, porque si así fuera multinacionales como Coca-Cola o McDonald’s sería los adalides medioambientales contemporáneos.
Pero vayamos a lo que dice el Ing. Jauregui que se refiere a Greenpeace, pero evidentemente sus observaciones y comentarios valen para esa como tantas otras instituciones similares que hay en el mundo, y que introducen conceptos equivocados con la ilusión de que son correctos para salvar al planeta y la humanidad. Solo son una ilusión.
ENERGÍA NUCLEAR. Greenpeace (y sus similares) “se opone a la energía nuclear” que es “la más limpia, eficiente y segura de todas las energías”. Los países europeos siguieron los lineamientos contrarios a la energía nuclear, pero resulta que la invasión de Rusia a Ucrania llevó a que los países europeos incrementaron el uso de combustibles fósiles, principalmente carbón”.
GANADERÍA. El ambientalismo progresista “se opone a la ganadería, una actividad que otorga seguridad alimentaria a cientos de millones de personas en los lugares más vulnerables del mundo. Y que utiliza 1.200 millones de hectáreas que son improductivas para el hombre”, afirma, y sustenta su posición en la web de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que destaca: “El ganado contribuye a casi el 40% de la producción agrícola total en los países desarrollados y el 20% en los países en desarrollo, apoyando los medios de vida de al menos 1.300 millones de personas de todo el mundo”.
También, que “el 34% del suministro mundial de proteínas procede del ganado”.
La FAO subraya que “el 86% de la ingesta mundial de alimentos para el ganado está constituido por recursos que no son comestibles para los seres humanos. Los cereales representan alrededor del 13% de la ingesta, y alrededor de un tercio de la producción mundial de cereales”. (*)
TRANSGÉNICOS. También “se oponen a los transgénicos, que han probado ser seguros, incrementar el rendimiento y mejorar la seguridad alimentaria de productores a nivel global. Más de cien premios Nobel han criticado fuertemente la postura antitransgénicos. Incluso llamándola un ‘crimen contra la humanidad’”, escribió Jáuregui.
FITOSANITARIOS Y DEFORESTACIÓN. “Se oponen al uso de fitosanitarios para la producción agropecuaria, ignorando su importancia en la seguridad alimentaria”, por ejemplo, “entre 1845 y 1852 murieron más de un millón de personas en Irlanda a causa del ataque de un hongo a cultivos de papa. Ese hongo se controla hoy con fungicidas”.
Curiosamente, y en contra de lo que afirman los ambientalistas progresistas, oponerse a los transgénicos y a los fitosanitarios es perjudicial para la naturaleza: “Al oponerse a transgénicos y fitosanitarios, y ante la necesidad de alimentar una población global, esto llevaría a hacer más ‘extensiva’ la producción agropecuaria. Es decir, a usar más tierra para compensar las pérdidas de rendimiento por superficie por el menor uso de insumos”.
Pero también se oponen a la deforestación, lo cual es lógico, “entonces, si la población mundial crece, la demanda de alimentos también, la gente quiere vivir en ciudades, ¿cómo hacemos para compatibilizar todo esto siguiendo los lineamientos de Greenpeace? La respuesta es que no es posible”.
Por lo tanto y como conclusión Jáuregui tuiteó: “El camino para un mundo más sustentable es usando energía nuclear, intensificando el uso de la tierra (para liberar el resto para áreas protegidas), aprovechando tierras improductivas y usando la biotecnología”. Todo eso es “lo contrario a lo que propone el ambientalismo champagne”.
OTRO TEMA DE DISCUSIÓN.
Un tema de discusión aparte es cómo los seudoambientalistas logran tan alto grado de consideración por parte de la opinión pública. Ésta se limita a aceptar como cierto afirmaciones que no tienen sustento científico, o en todo caso de dudoso rigor, tan dudoso que fácilmente debería llevar al descreimiento. Pero no, muchos siguen creyendo lo que dicen y lo amplifican en las redes sociales, a pesar de las pruebas y los hechos que demuestran lo contrario. Pero ese ya no es un tema de la ciencia únicamente sino de comprender los cambios de rumbo que han tomado muchos seres humanos para mal. Pero ese es otro tema de discusión.
La declaración que cuenta con la firma del ministro uruguayo Fernando Mattos, señala que los temas de biotecnología deben ser tratados en sus ámbitos específicos y dentro del alcance del Convenio sobre Diversidad Biológica.
Montevideo | Todo El Campo | Los ministros de Agricultura de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, países integrantes del Consejo Agropecuario del Sur (CAS) señalaron que los temas de biotecnología agropecuaria deben analizarse y resolverse desde una mirada científica y descartaron la adopción de políticas que afecten injustificada o arbitrariamente el comercio internacional de productos agroalimentarios.
El CAS, es un foro ministerial de consulta y coordinación de acciones regionales de importantes países productores y exportadores de alimentos, que tienen la responsabilidad de seguir contribuyendo decisivamente a la seguridad alimentaria global, señaló en una declaración que es necesario lograr un desarrollo sostenible y competitivo de la agricultura, incorporando los avances científicos y tecnológicos de forma segura.
La declaración que cuenta con la firma del ministro uruguayo Fernando Mattos, señala que los temas de biotecnología deben ser tratados en sus ámbitos específicos y dentro del alcance del Convenio sobre Diversidad Biológica, adoptado en 1992.
Según ese Convenio, la comunidad internacional reconoce los beneficios de la biotecnología y que, a través de análisis de riesgo, es posible hacer un manejo seguro, imprescindible “para evitar políticas o normativas que puedan afectar de forma injustificada o arbitraria el comercio internacional de los productos agroalimentarios y generar perjuicios a los países productores y exportadores, en especial a los países en desarrollo, como los de nuestra región”, informó el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) en su página web.
25 AÑOS DE EXPERIENCIA EN BIOTECNOLOGÍA.
La declaración, que además de Mattos la firmaron Juan José Bahillo (secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina), Marcos Montes (ministro de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento de Brasil), Esteban Valenzuela (ministro de Agricultura de Chile) y Santiago Bertoni (ministro de Agricultura y Ganadería de Paraguay), señala que los países firmantes tienen más de 25 años de experiencia en el análisis de riesgos de organismos genéticamente modificados (OGM) y tienen marcos regulatorios que velan por el uso seguro de las nuevas tecnologías sobre la base de principios científicos sólidos, que garantizan la bioseguridad de sus productos.
Actualmente, estas naciones promueven la adopción de nuevas tecnologías de mejoramiento genético, llamadas en su conjunto New Breeding Techniques (NBT), incluyendo la edición génica, las que no necesariamente derivan en productos genéticamente modificados.
Las NBT son nuevas herramientas para contribuir a la producción agroalimentaria, que permiten una mayor eficiencia en el uso de los recursos, mejoran la calidad de los productos y ayudan a alcanzar el desarrollo sostenible, tanto en su aspecto ambiental, como económico y social.
Además, existe una democratización en el desarrollo de estas tecnologías, ya que son aplicadas tanto por el sector público como por las pequeñas y medianas empresas.
PREOCUPACIÓN.
Los ministros expresaron su preocupación por la connotación negativa a la utilización de la biotecnología moderna que implica la utilización sesgada de ciertos conceptos en los documentos de trabajo de la COP 15, que no tienen en cuenta las oportunidades de mejora del uso bioseguro que estas tecnologías representan.
Por lo anterior el documento señala: ““Exhortamos a los organismos internacionales a brindar cooperación técnica y apoyo financiero para el desarrollo de las agrobiotecnologías, de acuerdo con las necesidades y prioridades de nuestros países del CAS”.
CAS tiene como misión definir las prioridades de la agenda agropecuaria y tomar posiciones comunes sobre temas de interés regional. El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) ejerce la secretaría ejecutiva del organismo.
Cabe consignar que Uruguay está ejerciendo la presidencia pro tempore de CAS.
Un arroz editado genéticamente para tolerar la alta salinidad del agua, podría ser el primero de cultivos básicos sembrados en el mar.
¿Alguna vez te has preguntado por qué no aprovechamos el agua de mar para la agricultura? Aunque es una buena idea, la excesiva salinidad de estas aguas hace imposible que las plantas puedan crecer y prosperar en este ambiente. Sin embargo, una nueva star-up quiere aprovechar la tecnología Crispr/Cas9 para cultivar arroz editado genéticamente en el mar.
Si bien puede sonar como una locura, lo cierto es que esto ya ha sucedido en el pasado.
Todos sabemos que la vida se originó en el océano hace cerca de 500 millones de años. Por eso, algunos pastos marinos tuvieron que adaptarse a crecer en un ambiente de salobridad excesiva.
De acuerdo con Luke Young, cofundador de la start-up Alora, los mismos genes que permitieron a este tipo de plantas florecer en el mar, permanecen dormidos en cultivos terrestres actuales como el arroz, el trigo y el maíz.
“Pude encontrar un patrón particular en ocho genes de plantas, como pastos marinos y manglares, que trabajan juntos para permitir que la planta no solo se defienda contra el ambiente salino, sino que efectivamente la usa para su propio beneficio como forma de potenciar el crecimiento”, explica cofundador y también biólogo de la Universidad de Durham en Reino Unido.
Precisamente, el objetivo que tiene Alora es lograr activar estos genes en el arroz, el tercer cultivo más importante del mundo, después de la caña de azúcar y el maíz.
“Podemos activar esos genes en cultivos terrestres con el mismo patrón que estas plantas marinas sin introducir nada más de ningún otro organismo”, añade. Esto es posible utilizando la edición genética con Crispr/Cas9, una tecnología que permite editar el genoma de un organismo sin ADN foráneo.
PRIMERAS PRUEBAS PARA SEMBRAR ARROZ EDITADO GENÉTICAMENTE EN AGUA.
El arroz es especialmente susceptible a la salinidad, un fenómeno que se presenta cada vez más en el mundo debido a la extracción de agua del subsuelo de la Tierra y al aumento de los niveles del mar debido al cambio climático.
Esto es especialmente notorio en varios países del sudeste asiático, como China, Bangladesh o Vietnam. Justamente en este último país, la empresa Alora planea comenzar sus primeros cultivos de prueba en agua, específicamente en las aguas del delta del río Mekong.
Si bien este río recibe agua de mar naturalmente, sequías continuas y las represas en su cause, han afectado la capacidad del río para desalinizar sus aguas. Esto ha impactado negativamente en la producción de arroz en Vietnam que, en 2021, fue el quinto mayor productor del cereal en el mundo.
“La sal produce dos cosas en plantas. Primero saca el agua, reduciendo la habilidad de crecer de las plantas y de defenderse contra los elementos. También ralentiza el metabolismo de la planta y perjudica su habilidad para hacer fotosíntesis, reduciendo el rendimiento”, explica Young.
Tras estos primeros cultivos de prueba, el plan de Alora es comenzar a sembrar arroz editado genéticamente en el océano. Para conseguir esto, primero se siembra el arroz durante dos a tres semanas en tierra y luego se transfieren a plataformas en granjas acuáticas.
Ante esta iniciativa, Young afirma que otras pruebas pilotos comenzarán en 2023 en Singapur, pero otros países han mostrado interés en el desarrollo, como Kenia, Namibia, Sudáfrica, Filipinas, Indonesia y Tailandia. (CRISPR en plantas)