
La oveja, compañera de la humanidad y empuje de la civilización.
Entre el ovino y el hombre hay una relación de beneficio claro para el ser humano que encontró en ese animal alimento y abrigo a través de la carne, la leche y la lana, pero también transformó la forma en que las sociedades antiguas prosperaron y se expandieron.
Montevideo | Todo El Campo | En la plaza Zabala en la Ciudad Vieja (Montevideo), ha un monumento (foto) en el que destaca la figura ecuestre del fundador de Montevideo, pero la esculutura está cargada de simbolismos que tienen mucho que ver con la agropecuaria de nuestro país. A un lado tiene una familiar rural, una vaca y un trigal, y en otro a un gaucho, un caballo, un carnero y una majada de ovejas.
La obra fue inaugurada en 1931, en ella se refleja, valora y reconoce la importancia de la producción agropecuaria para Uruguay. Su autor, Lorenzo Coullant Valera, era español, y falleció un año más tarde, en 1932.
Cuando se habla de ganadería en Uruguay, inmediatamente se piensa en Hernandarias y la introducción del ganado vacuno, base fundamental de nuestra economía y motor del desarrollo del país. Sin embargo, antes que el vacuno “es muy probable” que hayan ingresado ovinos, dice el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), en un artículo publicado en su página web en el que cita al historiador Enrique Mena Segarra: “Las primeras introducciones de cabezas ovinas se remontan a 1608 (los vacunos ingresaron en 1611) cuando los portugueses construyeron la ‘Nova Colonia do Sacramento’; fueron ovejas de las llamadas ‘churras’ de poca lana, sin rizo y de muy baja calidad y que darían origen luego a la oveja criolla. A partir de entonces la presencia del ovino en la generación de riqueza de nuestro país fue cada vez más importante” (*).
DESDE HACE MILES DE AÑOS.
El ovino acompaña a la civilización humana desde hace miles de años, no sería raro y sí muy factible, que haya acompañado a los pobladores y el desarrollo de estas tierras tempranamente.
La revista Muy Interesante publicó al comenzar febrero, que hay una relación estrecha y antigua entre los humanos y las ovejas, de “más de 11.000 años”; una relación de beneficio claro para el hombre que encontró en ese animal alimento y abrigo a través de la carne, la leche y la lana, pero también “transformó la forma en que las sociedades antiguas prosperaron y se expandieron”.
“Un nuevo estudio genético arroja luz sobre cómo estos animales fueron moldeados por la mano humana a lo largo de milenios, revelando conexiones sorprendentes entre migraciones, economía y evolución”, dice el artículo de perfil científico.
El estudio analiza muestras arqueológicas de más de 12.000 años desde Mongolia hasta Irlanda, pudiéndose concluir por parte de los investigadores que “la domesticación no fue un evento aislado, sino un proceso continuo en el que los humanos seleccionaron ciertos rasgos a lo largo del tiempo”.
“Uno de los cambios más evidentes se produjo hace unos 8.000 años, cuando los primeros agricultores europeos comenzaron a elegir ovejas con colores específicos de pelaje, lo que constituye una de las primeras evidencias de selección artificial en animales domesticados”, agrega Muy Interesante.
Pero hay más datos reveladores y fascinantes: “La expansión de las poblaciones humanas estuvo estrechamente ligada al movimiento de sus rebaños. Hace unos 7.000 años, con la expansión de las ciudades mesopotámicas, las ovejas domesticadas comenzaron a extenderse por el Creciente Fértil y más allá”.
Posteriormente, hace 5.000 años “las grandes migraciones de pastores de las estepas euroasiáticas transformaron Europa y Asia Central. Estos movimientos de poblaciones humanas no solo introdujeron nuevas lenguas y costumbres, sino que también llevaron consigo a sus ovejas, alterando la genética de las poblaciones ovinas locales. Se ha descubierto que casi la mitad del ADN de las ovejas europeas en la Edad de Bronce proviene de estos grupos migratorios, lo que confirma que el desplazamiento humano y animal estaban íntimamente conectados”.
Las ovejas sumaban y contribuían económicamente, además de dar abrigo y alimentos. La lana fue “uno de los primeros productos textiles en el mundo antiguo”, con un “comercio tan importante que impulsó la creación de rutas comerciales, llevando la influencia de unas civilizaciones a otras”.
Por otra parte, con los rebaños en expansión las sociedades antiguas comenzaron a adoptar una forma de vida sedentaria, se formaron aldeas permanentes que hicieron posible la agricultura con sus sistemas de riegos y el despegar de viejas tecnologías que fueron evolucionando hasta llegar las múltiples y complejas herramientas agrícolas, además de que el agro fue el cimiento de la civilización.
(*) Artículo del Secretariado Uruguayo de la Lana
Foto de Wikimedia.org