Esquemáticamente, en el imaginario izquierdista muchos creen que ser productor rural es sinónimo de mucho dinero y grandes extensiones de campo. También es verdad que el FA tiene dirigentes conscientes de lo que el agro es y vale, pero no han sabido o no han podido explicar a los suyos la realidad de las cosas.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | “Vélese, Cabildo, por la conservación de nuestra campaña, de lo contrario nos expondremos a mendigar”, dijo el Gral. José Artigas al Cabildo de Montevideo en agosto de 1815. Ya desde entonces los forjadores de nuestra orientalidad, incluso el más importante de ellos y el mejor de todos nosotros, eran conscientes de algo que ahora muchos parecen ignorar, la importancia del interior, del campo, del mundo rural y de la producción agropecuaria.
Es que el país tiene, desde antes de su formación una matriz rural y agropecuaria, está en nuestro ADN y difícilmente podamos escapar, aunque nos autopercibamos de manera diferente. No somos ni el mundo nos ve como un país de desarrollo minero, de grandes fábricas o industrias, tampoco de tipo tecnológico -aunque la tecnología sí está muy desarrollada en el sector agropecuario, pero eso es otro tema-. Somos y nos ven como un país productor de alimentos naturales, que es lo que más necesita la población mundial, y producir alimentos solo lo hacen los países con vocación agropecuaria.
Sin embargo, para una porción muy grande de uruguayos el agro no existe, e ignoran el peso y la importancia que tiene en la vida de todos nosotros, aunque nuestro modo de vida, tipo de trabajo, gustos y preferencias laborales, sociales o personales estén en el extremo opuesto.
Hace unos años, cuando el futuro ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Alfredo Fratti, presidía la Comisión de Ganadería de Diputados, me dijo que a la gente no le interesaba qué temas se discutían y votaban allí. “Cuando otras comisiones terminan y se abre la puerta afuera hay un montón de periodistas esperando para preguntar y pedir opiniones, pero cuando Ganadería termina, nunca hay nadie, y cuando hay ocurre a veces y son muy pocos”, expresó.
Más recientemente, en noviembre pasado, Fratti escribió en X: “Nosotros no nos damos cuenta en el país que vivimos, la importancia que tiene el agro. El 40% de la mano de obra industrial es del agro”.
La conclusión es que vivimos en una sociedad absurda, porque dependemos del campo, pero a la gente no le interesa.
Pero Fratti no dijo que donde se encuentra el mayor prejuicio contra el medio rural es en el Frente Amplio que él integra. Y es de allí, de sus militantes y también algunos de sus dirigentes, de donde salen los comentarios más mordaces y críticos con el medio rural, la mayoría de las veces sustentados en la ignorancia o la incomprensión de la ruralidad.
A grandes rasgos y esquemáticamente podemos decir que en el imaginario izquierdista muchos creen que ser productor rural es sinónimo de mucho dinero, grandes extensiones de campo y autoritarismo. Ni siquiera piensan que la mayoría son pequeños y familiares.
También hay que decir que no deja de ser verdad que el Frente Amplio también tiene dirigentes muy capaces y consciente de lo que el agro es y vale -Fratti es uno de ellos-, pero son la minoría, y no han sabido o no han podido explicar a los suyos la realidad de las cosas.
En la campaña electoral pasada los candidatos del Frente Amplio se excluyeron de muchas de las actividades rurales importantes que tiene el país. Podrán dar cualquier tipo de explicación y hasta decir que fue una “estrategia”, pero la realidad es que no asistieron. En política, esas ausencias son señales y actos simbólicos de significado profundo.
Afortunadamente, con el partido electoral ganado y con Yamanaú Orsi como presidente electo, esas señales de significado profundo comenzaron a cambiar. Hasta el futuro ministro de Trabajo, Juan Castillo, concurrió a una reunión con productores de leche en la sede de la Asociación de Nacional de Productores (ANPL).
Luego nos enteramos que el propio Orsi asistirá a la Expo Activa Nacional que comienza el 19 de marzo, otra señal que debe ser bien recibida.
Sería buena cosa que el 6 de marzo el flamante presidente de todos los uruguayos acompañara a Fratti a la Expo Durazno; o el 13 a la inauguración de la cosecha de arroz que organizan anualmente los productores, o el 3 de abril a la Expo Melilla, por solo mencionar algunos de los acontecimientos destacados que se realizarán próximamente.
Concurrir a esos eventos -si es acompañado de ministros y legisladores, mejor- no significa renunciar a ideas ni principios, tan solo es un acto de reconocimiento al trabajo de miles de uruguayos; es demostración de interés por la principal actividad económica del país; es acercamiento, conversación mano a mano, y comprender cabalmente el Uruguay que somos.
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